El día amanece cubierto como ya es habitual desde que entramos en Galicia, desayunamos en la misma pensión y después de organizar el equipaje y poner a punto las bicis como el resto de días, comenzamos nuestro breve paseo hasta Santiago.
En esta etapa la cantidad de peregrinos que nos fuimos encontrando ya era más importante, ya que desde Arzúa se juntan el Camino del Norte con el Frances y además en Arca do pino es donde hacen la ultima parada la mayoría de los peregrinos de a pie para afrontar los últimos km hasta Santiago.
Fuimos saludando a la mayoría con el ya típico “Buen Camino” y así poco a poco llegamos al Monte do Gozo donde nos empezó a llover fuertemente y nos vimos obligados a atecharnos un poco bajo un alero.
Solo nos quedaban unos 5 km para llegar a Santiago, pero la llegada tan esperada se convirtió en un momento un poco triste influenciado por la lluvia que caía constantemente y por que ya nos quedaban muy pocas horas de pedaleo y libertad sobre la bici, y los pensamientos ya se nos iban hacia la etapa de vuelta y las jornadas cotidianas en Gijón.
Después de callejear brevemente siguiendo las señales del camino (en este caso las flechas amarillas se cambian por conchas incrustadas en las aceras), llegamos a la plaza del Obradoiro continuamente acompañados por la lluvia, donde sacamos una fotos y rápidamente vamos en busca del albergue. El albergue de la ciudad es privado y cuesta 10 euros, frente a los 3 que cuesta el municipal que se encuentra en el Monte do Gozo.
Narciso y Laura deciden quedarse en el de la ciudad y Alex (un poco a regañadientes) y yo nos fuimos al municipal, ya que por el precio del privado, comimos y dormimos ese día.
Ya en el albergue, fuimos atendidos muy amablemente por Manolo que nos sello la credencial y nos mostró la habitación donde íbamos a descansar esa noche. El albergue esta muy bien, y se compone de edificios largos de una sola planta que tienen duchas, aseos, comedor y cocina compartidas.
En la misma habitación coincidimos con los mallorquines que habíamos conocido en Villafranca del Bierzo y a los que vimos también en Portomarin. Ellos hacían el camino desde Roncesvalles en bici y que llevaban unos 10 días de pedaleo.
La verdad es que mereció la pena subir los casi 5 km desde Santiago hasta Monte do Gozo aunque hayan sido bajo la lluvia.
Una vez nos duchamos, fuimos a comer a un restaurante que nos recomendó Manolo donde cocinaban muy casero y a un precio justo.
Después ya en el albergue nos echamos una breve siesta y después bajamos en autobús hasta el centro de Santiago para poder sellar la credencial para conseguir la Compostela y también para despedirnos de Narciso y Laura.
Con ellos dimos una vuelta por la zona de vinos de Santiago conocida como el Paris-Dakar, tomamos algo, compramos una tarta de Santiago para Tamara y una camiseta de recuerdo para Alex y nos despedimos con algo de pena, deseándonos un buen viaje de vuelta.
Lo de conseguir la Compostela tuvo su historia, ya que la chica de la Oficina del Peregrino lo primero que me digo es que la credencial que llevábamos no era la original (me las vendieron en el albergue de Aviles como originales) y lo segundo que teníamos pocos sellos para haber ido en bici, a lo que yo le conteste lo que me dijeron en el albergue municipal de León, que con sellar donde dormíamos era suficiente. Al parecer párale próximo año se van a poner más serios con estos temas y será obligatorio llevar la credencial oficial y sellar dos veces por día.
Nosotros teníamos el Alsa a las 8:30 de día siguiente, así que nos fuimos de vuelta al albergue en autobús, que por cierto no te lleva directamente al albergue, sino que desde la parada tienes que caminar unos 10 minutos (que también fueron bajo lluvia).
Una vez en el albergue conversamos brevemente con los mallorquines para luego despedirnos y desearles “Buen Camino”, ya que ellos continuarían hasta Finisterre, cosa que yo me había planteado, pero en vistas del retraso en la etapa de O´Cebreiro y del mal tiempo que teníamos en Santiago, descarte enseguida.
En esta etapa la cantidad de peregrinos que nos fuimos encontrando ya era más importante, ya que desde Arzúa se juntan el Camino del Norte con el Frances y además en Arca do pino es donde hacen la ultima parada la mayoría de los peregrinos de a pie para afrontar los últimos km hasta Santiago.
Fuimos saludando a la mayoría con el ya típico “Buen Camino” y así poco a poco llegamos al Monte do Gozo donde nos empezó a llover fuertemente y nos vimos obligados a atecharnos un poco bajo un alero.
Solo nos quedaban unos 5 km para llegar a Santiago, pero la llegada tan esperada se convirtió en un momento un poco triste influenciado por la lluvia que caía constantemente y por que ya nos quedaban muy pocas horas de pedaleo y libertad sobre la bici, y los pensamientos ya se nos iban hacia la etapa de vuelta y las jornadas cotidianas en Gijón.
Después de callejear brevemente siguiendo las señales del camino (en este caso las flechas amarillas se cambian por conchas incrustadas en las aceras), llegamos a la plaza del Obradoiro continuamente acompañados por la lluvia, donde sacamos una fotos y rápidamente vamos en busca del albergue. El albergue de la ciudad es privado y cuesta 10 euros, frente a los 3 que cuesta el municipal que se encuentra en el Monte do Gozo.
Narciso y Laura deciden quedarse en el de la ciudad y Alex (un poco a regañadientes) y yo nos fuimos al municipal, ya que por el precio del privado, comimos y dormimos ese día.
Ya en el albergue, fuimos atendidos muy amablemente por Manolo que nos sello la credencial y nos mostró la habitación donde íbamos a descansar esa noche. El albergue esta muy bien, y se compone de edificios largos de una sola planta que tienen duchas, aseos, comedor y cocina compartidas.
En la misma habitación coincidimos con los mallorquines que habíamos conocido en Villafranca del Bierzo y a los que vimos también en Portomarin. Ellos hacían el camino desde Roncesvalles en bici y que llevaban unos 10 días de pedaleo.
La verdad es que mereció la pena subir los casi 5 km desde Santiago hasta Monte do Gozo aunque hayan sido bajo la lluvia.
Una vez nos duchamos, fuimos a comer a un restaurante que nos recomendó Manolo donde cocinaban muy casero y a un precio justo.
Después ya en el albergue nos echamos una breve siesta y después bajamos en autobús hasta el centro de Santiago para poder sellar la credencial para conseguir la Compostela y también para despedirnos de Narciso y Laura.
Con ellos dimos una vuelta por la zona de vinos de Santiago conocida como el Paris-Dakar, tomamos algo, compramos una tarta de Santiago para Tamara y una camiseta de recuerdo para Alex y nos despedimos con algo de pena, deseándonos un buen viaje de vuelta.
Lo de conseguir la Compostela tuvo su historia, ya que la chica de la Oficina del Peregrino lo primero que me digo es que la credencial que llevábamos no era la original (me las vendieron en el albergue de Aviles como originales) y lo segundo que teníamos pocos sellos para haber ido en bici, a lo que yo le conteste lo que me dijeron en el albergue municipal de León, que con sellar donde dormíamos era suficiente. Al parecer párale próximo año se van a poner más serios con estos temas y será obligatorio llevar la credencial oficial y sellar dos veces por día.
Nosotros teníamos el Alsa a las 8:30 de día siguiente, así que nos fuimos de vuelta al albergue en autobús, que por cierto no te lleva directamente al albergue, sino que desde la parada tienes que caminar unos 10 minutos (que también fueron bajo lluvia).
Una vez en el albergue conversamos brevemente con los mallorquines para luego despedirnos y desearles “Buen Camino”, ya que ellos continuarían hasta Finisterre, cosa que yo me había planteado, pero en vistas del retraso en la etapa de O´Cebreiro y del mal tiempo que teníamos en Santiago, descarte enseguida.
En esta etapa hariamos unos 25 km y en total el cuanta me marcaba 352, aunque se me estaba quedando sin pilas y puede haber fallado un poco.
Pues hasta aqui mi primera aventura larga, que espero no sea la ultima, solo me queda contaros la vuelta a casa en Alsa, que lo dejo para lo ultimo.
Chao.