martes, 29 de septiembre de 2015

XXVI LA e-TRAVESIA!!

-“¡¡¡ULTRAJADOS, HUMILLADOS, DIFAMADOS…DESHONRADOS!!!…seremos el hazmerreír de todas las iglesias!!!...esto es un es-cán-da-lo…es un escán-dalo…es-can (♫♫♫♫)…coff…coff…coff….””
Han pasado unos cuantos años pero el cardenal-presbítero Peinador sigue manteniendo su genio…su birreta vuela, en estos momentos, hacia la pared, espantando un par de murciélagos que dormitaban en la oscuridad.
-“Jamás se ha visto cosa así en toda la historia de esta cofradía…PERJURO!!!, IMPÍO!!!...”
A su lado, aguanta la descarga de artillería el diácono Patricio, ya liberado de sus tareas monacales y que corre a recoger la gorreta de su superior…
-“Eminencia, eminencia…calmar vuestra ira, os lo ruego, ya sabíamos que esto iba a suceder, era cosa de días…el finado era reo de sus mas bajos apetitos tiempo atrás…su disposición a …”
-“Le voy a dar yo disposición a ese infiel…de las buenas…una cosa es mantener el asunto en los límites de la hermandad, pero mostrarlo a todo el mundo…y, además, presumir de ello…”
Peinador, que a duras penas sujeta su furia, retuerce el bonete hasta convertirlo en un zurullo…su mente viaja a aquellos buenos tiempos inquisitoriales, cuando el castigo era ejemplar y…concluyente.
…-“¿Y donde están ahora nuestros fieles?…si se puede saber”..
-“Se aproximan por el camino directo, señor, vienen un poco perjudicados”. 
–“Que vayan pasando en silencio, luego hablaré con ellos. ¿Quién es nuestro informador?” Indaga el cardenal…Patricio se apresura a leer un billete que saca de su refajo: -“Un joven fraile, eminencia, recién llegado a la congregación desde las colonias, está un poco bisoño todavía pero creemos que es de fiar y tiene ciertas dotes de organización…asistió a parte de la procesión aunque  su testimonio abarca las dos jornadas”. –“Bien…bien...hagámosle pasar”
Entra en la estancia el joven hermano, cojeando por cierto, y algunos apagados quejidos de dolor
resuenan por debajo de su capa. Es algo cano de pelo y menguado de carnes, pero sus ojos se mueven sin parar de un lado a otro, al igual que sus nerviosas manos. Oculta sus facciones bajo el capuz de su hábito, y es la suya una voz sosegada, oscura…sibilina:
-“Buenosss diasss…eminencia”, susurra...
Peinador se yergue con solemnidad, los pulgares dentro del cíngulo que estrecha la rotunda cintura…su presencia llena toda la sala…
-“Tenemos entendido que disponéis de cierta información para con nos, hermano Rolán”, atrona resuelto.
El encapuchado asiente con la capucha a la par que observa lo que le rodea, su mirada se detiene por unos instantes en un ropero de la esquina…-“Siiii su Grandeza…todo lo que necesitéisss…”
-“Pues contad…contad…no os calléis nada…queremos saber todo lo acaecido en esos dos aciagos días” inquiere, con el gesto serio, Peinador. -“Tomaremos clara nota de ello”, aclara, mirando al hermano Patricio, que se encuentra alisando, con sumo cuidado, los pliegues de su sotana
El encapuchado se ajusta el cordón del hábito, con un gesto de pesar que no pasa desapercibido al alto prefecto y saca de sus ropajes un librillo que abre con gran devoción, comenzando a leer sus apuntes:
-”El primer día la peregrinación constaba de unas 15 leguas, ilustrísima, unos 60 kilómetros de ahora, por terrenos del antiguo camino de la Mesa, que sigue el antiguo y sinuoso trazado romano hasta el pueblo de Bandujo. Partiendo de la aldea de Torrestio, nuestros hermanos carbayones
diseñaron una ruta en franco descenso hacia Teverga, pero lo de descenso no era tal, no…Ya en las primeras leguas, la dureza de las rampas hacia que todos los hermanos nos quedáramos a la cola de la procesión, exceptuando al monaguillo Diego, que se adelantaría con otros de su escuela. Aún así, tiraban del grupo los hermanos Moya y Tamargo, seguidos de cerca por el dúo decano Zarate-Mancha. A continuación, y según mis pesquisas, seguían la marcha Sor Eva y su paladín Arguelles y cerrando la comitiva Fray Paulino y el abate Echevarría…”
Al oír este último nombre, el cardenal no reprime un gesto de irritación que despide un par de botones de su más que apretada casulla.
-“Mi señor”, interrumpe Patricio, -“están llegando los primeros: doña Eva y su valedor, don Saúl de las Angustias”
-“Ah, la hermana Eva…grácil sostén de la higiene y la pulcritud, digna representante de la pureza de esta casa!!, exclama orgulloso el alto eclesiástico, -"que pasen, que pasen…"
La fémina hace su entrada en la sala, es el suyo un aspecto calamitoso y desastrado, manchurrones de barro ascienden por sus perneras y sus brazos, confundiendo el azul de su hábito con un uniforme de campaña militar; su otrora delicada melena luce ahora llena de enredos y guedejas y su faz refleja un cansancio exacerbado. Apoya sus vacilantes pasos en una especie de bastón menudo y enclenque. A su lado renquea un triste y avergonzado fraile Arguelles, que luce una abertura en su trasera por la que resaltan sus carnes rosadas y virginales; también, por un motivo desconocido, lleva una sábana bajera enrollada al pescuezo, como algún tipo de promesa o recordatorio. Ambos, tras hacer un sentido
saludo, se retiran a una esquina del salón, arrastrando sus sandalias
El gesto de estupor del cardenal es interrumpido por la declaración del espía que sigue leyendo sus notas a la vez que tacha dos nombres de la lista…sus hábiles dedos ya han tanteado la cerradura del taquillón.
-“…El sendero se hacía cansino y demoledor, con infinidad de rampas cortas y duras que retrasaban la comitiva, por lo que a la altura de los puertos de Marabio, y dado que se echaba encima la hora, se decidió que los más veloces y preparados continuaran la peregrinación mientras que el resto se replegaría a velar fuerzas para la siguiente jornada…"
-“¿Quiénes se replegaron a velar fuerzas?…¿sabéis sus nombres acaso? no los calléis, os lo ruego…”
La pregunta gotea maldad hasta por las comas, pero el clérigo responde inocente:
-“Pues sí", consulta los datos el gestor…-"los dos aquí presentes, Doña Eva y su adalid y los hermanos del Real y Echevarría”
-“Seguid, seguid…”,apunta don Peinador tomando nota de los nombres en un volante de su jubón.
-“A partir de aquí aunque solo distaban unas pocas leguas, los peligros acechaban en cada recodo, la senda se inclinaba y se hacía resbaladiza. La zona de Bandujo fue con mucho la peor, las caídas se sucedían sin parar: un fraile gallego hubo de ser socorrido al descosérsele la tripa un par de dedos, nuestro hermano Mancha daba con sus posaderas en piedra y fray Zarate se iba contra un bardial de tan mala manera que casi deja los aparejos en el lance”
-“Cuide su lenguaje Rolán, recuerde sus votos” Ataja Peinador frunciendo el ceño.
-“Precisamente llegan aquí los dos citados, señoría”, interrumpe el diácono Patricio, que aparta con gesto coqueto unas migajas de su estola.
Hacen su entrada los curtidos padres Zarate y Mancha; el riojano parece haber sufrido el ataque de una jauría de gatos: los harapos de su pantalón dan muestra de ello, si no fuera por un trapizuelo que lleva en los bajos, enseñaría las vergüenzas a toda la concurrencia. Tras él viene el escribano, que camina con las piernas abiertas como si llevara un caballo debajo, entre evidentes gestos de resquemor inguinal.
Peinador no sale de su asombro y pierde, por un momento, el hilo del relato del delator, que sigue tildando nombres en su cuaderno.
-“Perdón eminencia…el caso es que aquello fue una debacle. En tan solo 4 leguas (unos 20 kilometrillos), la diferencia respecto a los retirados en Marabio ascendió a tres horas!!! Hasta los avezados Tamargo y Moya tuvieron problemas para mantener la estabilidad. Al final, tras recorrer otras dos leguas largas en ascenso, los cuatro avanzados llegarían a San Martín de Teverga donde aguardaban ya sus compañeros de cuadrilla, bien reposados e hidratados.  Luego de aviarse los atuendos, la agrupación pasaría a la fonda contratada para una frugal cena, tras la cual todos se recogerían a descansar en sus aposentos…”
El puñetazo encima del escritorio es demoledor, cuatro o cinco botones mas huyen despavoridos de sus ojales, mientras que el confidente da un salto hacía atrás tropezando con el ropero ya abierto.
-“¿Qué se recogieron todos?..¡¡Ja!, ¿a descansar? ¡¡Ja!...¿sabéis o conocéis por donde anduvo el tal abate “Chavarría” en tardías horas??...¡¡responded presto!!
Rolan duda, el filo de una navaja es más ancho que la línea en la que se encuentra ahora mismo ahora mismo, a un lado excomunión, por el otro expulsión de la abadía…
-“Bueno…”, -“”duda , lo cierto es que según mis fuentes, el abad acudió a la llamada de unos conocidos, nada raro para quien lo trate, tal es su disposición a hacer acólitos que a veces pierde la noción del tiempo…
-“¡¡Tiempo es lo que me falta a mi para meter a ese malandrín en vereda!!!. ¿Supongo que no llegaría cansado a San Martín, no es así?”  
–“...pues, la verdad es que cuando  me incorpore a la comitiva, al anochecer del sábado, no se le veía muy cansado, no. Quizás fuera debido a su entrenamiento superior...”
“…¿Superior?!!!, superior en quéee!!”…el rugido del cardenal arranca la capucha al padre delator. –“¿en capacidad de llenado?...esto es el colmo, hasta altas horas de la madrugada de juerga…y jactándose de ello!!, ¿ no dicen nada vuestras cuentas de esto??
La sangre hereje del joven neerlander se amosca un poco, que no anduvieron sus vecinos antepasados  a trabucazos con las huestes españolas como para tolerar tal trato desdeñoso…hasta ahí podíamos llegar…
-“Su Señoría yerra, que anotada está la ausencia del prójimo en cuestión, pero no su causa, pues tal no era de mi incumbencia”, asienta con voz seria y cautelosa…
-“Dejemos eso para luego, reanude el informe”, la tensión ha hecho que los comensales del fondo queden con el bocado a medias…
-“Hummm…el segundo día amanecía con bastantes abandonos de los hermanos, ya fuera por agotamiento o lesiones varias, en nuestro caso...”
-“Otro que llega cardenal”, avisa Patricio como al descuido. Todos se giran al portalón, por el que asoma la corpulencia de Fray Paulino; este entra despreocupado, algo habitual en él, por otro lado; no se le aprecia cansancio o daño alguno y, tras un ligero saludo, se encomienda a una mesa del fondo donde aguardan unas vituallas de las que se sirve con su habitual flema.
-“Siga Rolán, siga,  no desfallezca”…El requerido, que se haya curioseando entre los ropones del armario, dice desde su interior…
-“La ruta comenzaba con una empinada senda de unas cuatro leguas donde cada uno hacia lo que buenamente podía...”
-“Entiendo que nuestra escuadra ¿se dispersó un pocooo?” El arrastrar de las letras pone en guardia al padre descapuchado, que retrasa su mano a la espalda, donde oculta una pequeña daga. –“Como haya dudas de nuevo, habemus escabechina, ¡Kut!” piensa el apóstata, mientras comprueba colores y tallas del muestrario..
-“Pues así fue, formamos varios grupos en relación a nuestra disposición. Aunque contábamos con el capacitado padre Navarro que ayudaría a la hermana Eva a superar aquellas horribles rampas sin apenas contratiempos, el resto hacíamos lo que podíamos: tan fuerte era la inclinación que nuestro joven monaguillo tuvo que abandonar al quedarse sin energías”.
-“Disculpado está, tiempo tendrá para afrontar estas pruebas…pero, ¿qué me decís del abad Echevarría?… ¿qué me podéis contar de él?
-“Un portento eminencia, un portento, se adelantó a toda la escuadra casi sin despeinarse, nadie pudo aguantar su ritmo. Y el caso es que el bueno del pater casi ni sudaba, solamente un tenue zumbido surgía de su montura…que era una cosa normal, explicaba a los que se interesaban, según los iba dejando atrás…No hubo forma de alcanzar su estela hasta la aldea de La Focella, donde ya desfallecía algo, la verdad…”
Ya quedan pocos botones en el manto y en su lugar es el bonete el que sale disparado de nuevo, aterrizando en la nuca del padre Paulino, que lo recoge mientras engulle unas cuantas costillas asadas.
-“¡A ese lo voy a desfallecer yo cuando lo pille!!” brama el prefecto religioso…¡¡¡Y encima gallardeando de ello!!!...
-“¡Padre, padre, conteneos, pensar en vuestra salud!”, avisa el diácono de compañía mientras quita un par de churretones de grasa de la boina. –“Mirad, mirad, por ahí llega el joven escolano”.
Entra en la sala el reservado juvenil, que se acerca a la mesa a coger un vaso de agua y una oliva…
-“No me distraigáis Patricio, que no habrá impunidad alguna en los hechos. Ni aunque entrara de rodillas en esta sala, obtendría la indulgencia por sus pecados!!!...¡¡ROLAN!!!.El citado, que está probándose una sotana carmesí del fondo del aparador, da un respingo y retoma la lectura…
-“..si las rampas habían sido malas, peor fueron las bajadas, mi señor: la zona de Las Navariegas, con unas piedras inmensas que torturaban a monturas y jinetes, fueron un peligro continuo. Por un lado el precipicio y por el otro los espinos. De nuestra escuadra contados fueron los que lograron vencerlas: el sonriente Moya, don Agustín el Capaz y Arguelles el Triste…el resto deambularon con más miedo que dolor por aquel pedrazal…”
Se abre la puerta en este momento, en el umbral están precisamente el trío citado, los dos últimos traen en parihuelas al de la perilla, cuya rodilla derecha asemeja a una calabaza…por el tamaño…
-"¡AY, AY, AAAYYY!!” dice quejumbroso el lisiado…
La puerta se cierra pero un sonido se oye a lo lejos, un eco que rebota entre las paredes, es algo parecido a una melodía pegadiza y sonora.
-“Bueno, pues parece que ya están todos, solo falta el prior Echevarría, esperemos que su remordimiento  haya provocado un acto de contrición por sus pecados…
La melodía está más cercana, ahora se ve claro que debe ser un canto de los monjes cercanos, pero con ciertos giros musicales nada usuales…
Ante el desconcierto general, el portalón se abre y deja paso a dos figuras que entran abrazadas, es el suyo un caminar desconcertante, de cada dos pasos que dan uno es para atrás...
En cuanto dejan atrás las sombras del zaguán, se aclara su identidad: Se trata del célebre abate Echevarría y del no menos famoso eclesiástico don Nespral el Acompañante; la copla se escucha con claridad, que los dos van sobrados de voz…

Hoy para mí, es un día especial,
hoy saldré por la noche,
podré vivir, lo que el mundo nos da,
cuando el sol ya se esconde,
podré cantar, una dulce canción,
a la luz de la luna
y acariciar y besar a mi amor,l cariño que
como no lo hice nunca.
El rechinar de dientes del cardenal no es capaz de acallar los cánticos, ni aun cuando comprueba que los esquinados del festín comienzan a mover sus maltrechos cuerpo al son de la música…Moya, Tamargo, Navarro, Zarate, Del Real, Mancha…todos van cayendo en las garras de los filarmónicos...¡hasta el mohíno Arguelles inicia un baile con sor Eva…!

Y sigue la sonata, que Echevarría, al comprobar el clamor, se viene arriba…

¿Qué pasará, qué misterio habrá?,
puede ser mi gran noche
y al despertar, ya mi vida sabrá,
algo que no conoce.
Yay, yay, yay, yay,
yaylalalaralalay, yalalalaralayla.
Yay, yay, yay, yay,
yaylalalaralalay, yalalalaralayla...



Agradecimientos: a todos los miembros del Club Asturcón por el cuidado y el cariño con que tratan, año tras año a los sufridos participantes y el empeño que ponen en planificar unas rutas tan extraordinarias
¡Va por ustedes señores, Enhorabuena!!!

Y por supuesto a Raphael, sin cuya banda sonora esta historia no sería la misma