domingo, 25 de abril de 2010

VACACIONES EN LOS OSCOS

¿¿¿QUEIMADA...????
Sábado a noite...La lóbrega sala, apenas iluminada por unos pocos cirios y el solitario leño de la estufa, esta repleta. Agolpados sobre las mesas, o apoyados en los taburetes, los conjurantes posan sus miradas en el altar del fondo, donde el gurú del lugar, antiguo legionario tetuanés, lee un poema de León Felipe y medita sobre el cielo y la política. Ante la atenta mirada de los concurrentes, y las puyas de Félix, el alberguero describe los ingredientes del bebedizo que se dispone a preparar...: -“ORUJO!!, por supuesto, litro y poco mas, el poco más se lo cepilla él con la ayuda de un voluntarioso iniciado, que cata hasta el tapón; café, creo que echó dos granos; de fruta, media mandarina momificada, sal, algo de azúcar, canela como afrodisíaco... y, para sorpresa de los peregrinos, tierra de tres países, y pólvora de una bala...se queda meditando si valdrá con una del 22 o la XXL de una trazadora...tras un par de miradas torvas a los incautos de la primera fila, se decide por la primera...Como ayudante del hereje, y a su siniestra, situase el furriel Barredo, que apunta el conjuro en su PDA,... e damos inicio al mismo...:
-“¡Mouchos, coruxas, sapos e bruxas. /Demos, trasnos e dianhos, espritos das nevoadas Veigas..!”,
…¡el hechicero está en trance!, esto no es un recitar, es una proclama incendiaria...un sermón iniciático!!...entonces, en el clímax del mismo, al llegar al párrafo de...
-“ ¡Oide, OIDE!!!! os ruxidos que dan as que non poden deixar de queimarse no agoardente, quedando asi purificades.....!!!” el eremita de Tetuán da un fuerte golpe en la mesa, que nadie espera....el público enmudece, alguien grita...,Barredo que esta al lado, despierta, y casi da en la viga, el pulsómetro estallando.....ya más calmados, aunque el peligro de incendio no cesa, esto está que arde... prosigue la perorata hasta el final…; una vez acabado el sortilegio, y con miedo de arder todos en el infierno...o en el Cuartelillo de la Guardia Civil...empiezase a repartir el ardiente orujo entre los presentes, que, por temor al coctelero o por que les gusta el brebaje en si, van acabando el bebercio...aunque algunas pintas caen a la chimenea, con cierto peligro de explosión.
Digerido el místico ponche, Juanjo, que había secuestrado una guitarra, acompañado de Susana, que entonaba la gaita, trastearon unos acordes, cada uno a lo suyo, con el resultado de que las tropas, agotadas por la tensión, las risas y las pedaladas matutinas, fue abandonando el lugar en busca de sus estrechos y mudos jergones....
Había sido el colofón a una jornada mágica, de sensaciones y paisajes inolvidables. Una jornada que comenzaria para algunos ya el viernes, cuando nos fuimos reuniendo en el albergue do Vega Do Carro, cerca de Sª Eulalia de OScos....Una vez escogidas habitaciones y depositados los equipajes, que por cierto, algunos parecían expulsados de casa..., menudos baules..., salimos al “bar” del refugio en busca de algunos refrescos, que a poco dieron paso a la cata de todas las botellas que subsistían en los anaqueles de aquel lugar...Cuatro risas y 20 latas después, llegó la hora de la cena y para allá nos fuimos, a disfrutar la suculenta sopa de fideo y el excelso pollo al chilindrón con guarnición de verduras varias, todo ello regado con un potente y opaco caldo de la zona, de postre, un artesano arroz con leche del día, del super, no del viernes.... Llego pronto la hora de deitar, y como buenos alberguistas, ocupamos nuestras estancias entre desfile de pijamas y cepillos de dientes. Como era de esperar, la noche se hizo larga para algunos, los ronquidos asolaban todo el albergue, Rubén y Paulino, entre otros, atronaban con sus motores al resto de pasajeros; mientras tanto, el pobre Pablo, sufría en silencio la rudeza del vino. La mañana llegó para todos, con un desayuno rústico de tostadas de pantaramundi, mantequilla y café. Hechas las camas y recogidas las leoneras, nos desplazamos hasta Taramundi para comenzar la ruta, no sin antes dejar bien pertrechado a Pablo de medicamentos. En el parking de la población, fuéronse acercando las tropas: Asturcones, Lopentas de Benavente y algunos Pelayos más, con obligaciones familiares y frenos de vacaciones.
El mariscal Vega, breve explicación por medio, dio comienzo a la Ruta y encaminamos nuestros tacos al museo de Mazonovo, donde disfrutamos de una somera explicación de los usos del agua en la zona. Breve foto y raudos a coger pedal, y ascender cuesta de hormigón y luego camín, para visitar la cascada de la Salgueira, tramo final a pateo. A partir de aquí, los parajes, sendas, caminos, se sucedieron, a cada cual mas impresionante. Bosques centenarios, tejados de pizarra, vigas de castaño,…hollábamos suelos tapizados de agujas de pino y hojas de hayas, y los aromas a bosque impregnaban nuestros sentidos...(eehh…margaritos FORA!)..., bueno, también había ortigas, cardos, espinos, de esos que arañan...etc. Una breve parada en la Iglesia de Nª Sª de las Nieves para tomar un refrigerio y a seguir. Uno piensa en los 25 km anunciados y cree que va a ser un paseo...ni por asomo, pasábamos de cortos descensos a falsos llanos del 40% en dos curvas...un poco más adelante, a media ladera y cerca de As Veigas, la doncella Inés sorprendiónos a todos con un salto al bosque de abajo, diligentemente solventado por Ángel Blas. Pa xantar, reposamos en Texois, bello lugar, con un buen bar y fotogénica camarera. Por aquí se dejo caer el mozo gruñón, ya algo recuperado del pérfido vinazo. Tras los cafés y augardentes para asentar las viandas, el Mestre Vega conduxonos de nuevo hacia las alturas, y tras pasar por Veiga Da Zarza, lleguemos hasta Pardiñas, donde asistimos a la pseudo-fabricación de una navaya de la zona; la Ferreira, acompañado del canto de un pavo trapecista, apreció la buena disposición del infante Camarero, el cal atendió todes les sus explicaciones. Había por la zona un rapaziñu que se parecía mucho a Pablo. Ya desde aquí, una suave bajada depositaríanos en Taramundi de nuevo, para solazarnos un poco por el lugar y saludar a algunos amigos que guardaben armes para el Maratón del domingo. Para la noche tocaba suculenta cena en Sidrería de Santa Eulalia, donde el pote galego, las costeletas de tenreira y demas suculentas viandas, y por supuesto, del buen vino (esta noche sí), hicieron olvidar la cena de la víspera.
Al día siguiente, Queimada de por medio, con el personal ya en un estado de relajo dominguero, y algunos con marcadas huellas resacosas que el desayuno no logró quitar, el Mestre Vega inicio la ruta desde el mismo refugio, con la asistencia de la doncella Emma, de incomparable e infatigable voz, que nos arrullaría durante toda la etapa, y del mozo Pablo, aliviado de su trifulca vinatera. De nuevo, parajes incomparables atravesaron nuestras pupilas, de nuevo ríos, veigas, pontes, dejaron su impronta en nuestras mentes. Bajando del Picu La Mina, tuvimos que atravesar, o mas bien patinar por el famoso Puente Resbaloso, que gracias a la precaución del guía Vega, pudimos pasar sin más riesgo. En Ferreirela, villa natal del de Sargadelos, trabamos relación con cierta perrita, que juntamente con otro congénere de Santalla, nos acompañarían el resto de la ruta. El almuerzo se degustó en la cita villa, donde cada uno se esparció con sus huestes...los de la meseta, los de la capital, los solteros, los golfos, los casados...los del chorizo...Unos buenos bocatas mas tarde, visitaríamos la famosa cascada de La Seimeira,. Antes de llegar a la misma, al pasar por el valle del Desterrado, una nubonada nos descargó unas jarreos de agua que hicieron que buscáramos refugio en una cabaña a medio construir. En el fragor del aguacero, algunos decidieron abandonar la ruta, y solo unos pocos audaces continuaron el ascenso empujando sus monturas. Otros pocos decidieron echarse unas carreras y llegar de esta guisa al pie del salto. Fotos de rigor, y hacia abajo de nuevo. Por la senda, Iván le echo un pulso al muro que nos acompañaba por el camino... ganó el muro…Una vez todos reunidos en el fondo del valle, y visto el estado de los ciclistas, ya con abundantes deserciones, Don Vega decidió acortar la ruta y finalizarla con un duro ascenso directamente hacia el refugio, donde algunos entramos en las duchas casi con las bicis. Llegaron los momentos de las despedidas, y con deseos de buenos viajes y prontos encuentros, nos despedimos, no sin antes felicitar a Vega por la esplendida ruta, rutaza que nos regalo este fin de semana de Abril.

Nuestra más sincera enhorabuena.