martes, 1 de noviembre de 2016

LA LLAMADA DEL TOLOÑO

JORNADA PRIMERA
Noche cerrada en Haro (más que noche, madrugada…). 
Suena una música al fondo del oscuro local donde se encuentran nuestros protagonistas. Es este un grupo reducido de varones de mediana edad que zascandilean alrededor de un tonel  con copones de vino en la mano. 
En la barra de la cantina una buena moza de rubia trenza atiende las mesas con descaro y atrae las miradas de la cordada de maromos, que sueltan risas nerviosas mientras brindan entre sí. 
Faroles de poca luz difuminan las formas del antro que está a medio llenar de clientela cuando hace su entrada a escena el caballero Zarate, nervioso sesentón y riojano de pura cepa garnacha.  
Trae consigo una misiva misteriosa que muestra al resto de individuos, se le nota preocupado…su copa está vacía...
Don Ángel .- “Camaradas, Compañeros…
                         cierto problema tenemos!!!
El más alto de ellos, también de la provincia vitícola y que atiende por Gordejuela, coge el billete, dispuesto, y lee con cierta dificultad…
Don Félix.-“Nosh hemosssh… quedado traspuestosss…
  Acudid rápido, hermanos...¡¡prestosss!!…”
Chasquea los labios Gordejuela a la vez que sirve otra ronda de tintos de la botella clavada a su diestra.
La nota refiere de los infantes Marín y Barquín, perdidos en los altos de Altube por mor de una avería en su calesa, que los ha dejado negros y engrasados a más no poder. Por lo visto, están abandonados y sin alternativas de transporte en la montaña. 
Todos se quedan mirando…a la mesonera…, cuya coleta los mantiene en estado catatónico. 
Tras unos momentos de duda y comezón (comezón por el estado de los compañeros infortunados y duda entre pedir otra botella de caldo o no) se decide que Zárate, que dispone de útil de transporte se desplace a la zona y que sea vigilado por el boticario don Rafael, por si hubiera necesidad de otras atenciones y menesteres.
Vanse los citados por el fondo como ratón que persigue el gato, que ya es tarde y los dos solitarios están abandonados a su suerte en medio de la fría noche…los remanentes, libres de obligaciones, se aprestan a conseguir otra botella de vinum de la feliz cantinera y proseguir la charla.
Todavía restarán unas cuantas horas para que se reúnan de nuevo hombres y máquinas…la posada está lejos…hay que atravesar media ciudad Jarrense con todos sus peligros…
JORNADA SEGUNDA
Esta fresca la mañana
fresca y húmeda como rana
pero peor está alguno
que casi no llega ni al desayuno
 Los semblantes en el almuerzo son de poema…de poema  de miedo que parece que estamos de difuntos: ojeras oscurecidas, voces  enronquecidas, caminares desfallecidos y así. Con todo, las viandas ayudan a mejorar el ánimo y el viento disipa un poco las nubes, lo que anima un poco a las huestes.
Ya está completa la escuadra: los anfitriones Zarate y Gordejuela, los siniestrados Marín y Barquín, los turísticos Guzmán y Lorente, que se han venido recorriendo media Cordillera Cantábrica, el docto Venta, el mercantil Echevarría, don Moya y los tranquilos Paulino y De la Mancha, que siguen desayunando.
Se levanta el líder de ruta, Don José y Marín de Barcaizteguí, cincuentón sobrado pero aún rumboso, coloca brazos en jarras, mira al tendido y, tras aclararse un poco la garganta con medio donuts y una café, declama ufano con voz enérgica y entonada…:


Ahora que estamos solos (pues nadie más había)
Escucharme pues muy atentos ¡LELOS!
Que ya es hora de partir y necesito que estéis despiertos
No la vayamos a liar con tanta algarabía.
La ruta de hoy es llana, es llana y hacía arriba
Que no conozco yo senda alguna que no sea positiva (murmullos de desaprobación…)
Comencemos ya tranquilos, no corráis ni destaquéis
Guardad vuestra fuerzas, queridos, ya os agotareis…después…(quejidos y ayes….)
Pueblos lindos y lustrosos  nos aguardan, nos acechan…
Haro, Ollauri, Briones, San Vicente de la Sonsierra
 Viñedos, embutidos, bodegas, allí delante nos esperan (aplausos y vítores)))

Siempre en dirección al Norte, al baluarte de la sierra
Asín que de vosotros espero y aguardo
(Mientras me ajusto un poco el leotardo)
Furia, alegría, tesón, firmeza
Vigor, coraje, poderío y ¡vehemencia!,
Y ahora, una vez dicho esto
Traedme rápido el desengrasante
Que quitarme el aceite no puedo
Ni de las piernas ni del rumiante

Y un buen rato después de lavar a conciencia a los dos jinetes y a sus monturas, engrasadas hasta la saciedad, partieron pues los once donceles y sus once corceles, (no sin antes rescatar al norteño Barquin del embrujo de la gentil hostelera) fuertemente pertrechados, en dirección al Toloño y su sierra, pues ese era el objetivo.

El camino discurría plácidamente por caminos de concentración parcelaria, y tierras de vides y regadíos, que el Ebro acompañaba a los ruteros con sus vueltas y revueltas. Y como la ruta era turística, se pasó por los pueblos citados, por sus iglesias: (por todas sus iglesias, que de eso se encargaba don Félix…) Iglesia del Salvador, Nuestras Sra. De la Asunción, Ermita del Cristo de los Remedios, Santa María la Mayor, Iglesias de San Miguel, de La Concepción…etc..etc y por sus castillos…Ollauri, Briones, San Vicente, con su macizo puente medieval y las ruinas de su fortaleza…con su subidita empedrada…carayo…y con sus vistas sobre los meandros del Ebro.
A partir de San Vicente, las cosas se ponían serias, los viñedos iban desapareciendo poco a poco y llegando a Rivas de Tereso, dejaban paso a bosques de encinas, y estos a su vez a pinares y algún alcornoque (si, en la grupeta también iba alguno…). 
La pendiente comenzaba a ser francamente positiva, y el Toloño ese ya se presentaba ante nosotros sin ningún rubor…
Por cierto que  el tal Toloño, Tulonio en celta, es primo hermano del famoso Tutatis…si, si el de los irreductibles galos, mira tú por donde y se alza a unos buenos 1271 metros sobre el nivel de mar. Forma parte de la sierra del mismo nombre y aunque pudiera parecer cercano, lo cierto es que hay que ascender con ganas…con muchas ganas o con motor eléctrico, dado el caso que nos avergüenza a todos y que padecemos en esta Santa Hermandad desde hace algún tiempo.
En aquellos momentos, el calor ya apretaba las costuras a más de uno y eso, unido a las exigentes y duras rampas, con porcentajes de ascensión que superaban en muy mucho a los de un buen caldo,(digamos que se acercaban mas a los de un buen Pacharán), hacía que el avance fuera pero que muy dificultoso: 15 kilómetros de larga y áspera subida, por terrenos pedregosos y abruptos que se convertirían en bosques atlánticos una vez cruzábamos el lindero hacia Álava.
El caso es que, llegados ya a la cima, y tras algunos momentos de titubeo, la cercanía a la peña obnubilaba el buen juicio del maestro Barcaiztegui, que como buen maño es porfiado obstinado a más no poder, y ciego en su marcha, llevaríanos hacia la cara Sur de la Sierra, en vez de rodear la misma por su suave parte Norte.
Fueron momentos angustiosos, el camino se convertía, de repente, en un despeñadero sin salida, con final posiblemente dramático si no fuera porque la razón volviole al maño obligándonos a girar grupas y desandar lo andado. 
Y ascender entre graveras y canchales de una inclinación excesiva con monturas de más de arroba y media es harto duro y peliagudo. Baste decir que algunos dejaron hasta las uñas de los pies en su intento de ascender lo más rápido posible, evitando el precipicio y ocasional despeñe.

Marín, por otro lado, expiaba su culpa al ser el que más había descendido, con la consiguiente subida en solitario, mientras el resto de la escuadra retomaba alientos en lo alto.
Una vez tranquilizados los ánimos y los corazones, el  buen camino nos conducía al sorprendente monasterio de Santa Maria de Toloño, construido en el siglo IX y cuyas ruinas aún impresionan,  restos de lo que fue un monasterio y ermita de monjes jerónimos, empecinados en mantener allí arriba una colonia de frailes.
Pero el tiempo apremiaba, las horas se consumían y quedaba todavía ruta que recorrer. 
El descenso de la sierra era de forma abrupta: toda la altura que había costado litros y litros de sudor (que hacía mucho calor!!!), se perdía rápidamente. 


Una pendiente del 20% poblada de guiiiiiiiiiiijo y de gravilla (….) haría las delicias de don  Moya y la pesadumbre del resto, obligados a descender de forma calma y cautelosa, por miedo a posteriores reprimendas en sus cuarteles.
El empinado sendero finalizaba en Labastida (iglesia de Nuestra Señora de la Asunción…), y el camino se convertía en senda fluvial, acompañando al Ebro hasta Briñas, desde donde ya se vislumbraba Haro.
La ruta programada nos desviaba entonces hasta San Felices , conocida población donde a finales de Junio, se riega a todo quisque con vino, peleón, eso sí, pero vino al fin y al cabo. 

El caso era, a estas alturas, que los cuerpos ya estaban un poco cansinos, que el sólido Guzmán llevaba ya un buen rato fugando aire por su rueda trasera y que todos sabíamos que nos esperaba una buena merendola en la bodega del primo de Zárate, que para algo habían asediado la zona él mismo, Echevarría y el boticario don Rafael la mañana del viernes, visitando viñedos, queserías y asadurias de pimientos. 

Por lo que tras un debate inexistente, se decidió recortar la ruta y dirigirnos directamente hacía Villaba, mientras el del pinchazo y Joaquín tomaban carruaje en Haro.

¡¡Nunca se fue tan rápido en toda la jornada!!!: si existe algo que estimula un Pelayo es el olor a pitanza o simplemente la promesa de la misma!!!. 
En un santiamén nos presentábamos en Villalba, donde nos recibía Leandro, sufrido primo de Don Zarate, que nos mostraba orgulloso su bodega y el proceso de la misma.
Y a merendar!!!: Embutidos de jabalí, queso de la zona, pimientos, buen vino, y mejor charla, hizo que se nos olvidara hasta de dónde veníamos.
Y así se nos iba la tarde, entre vaso y vaso y tiento al chorizo, el día se convertía en noche, así que tras despedirnos de Leandro y Jose Daniel, reemprendimos la marcha con cierta fluidez, quedaban ocho kilómetros de vides y caminos. 

Durante un buen trecho, Joaquín, Guzmán y su vehículo quisieron acompañarnos para espantar las tinieblas, pero pronto nos abandonaron por carreteras mejor dispuestas. 
Un paseo por el centro de Haro y llegada a la fonda para asearse y disponerse; el tiempo apremiaba, pues había cena contratada en conocido restaurante para disfrutar de un buen asado de cordero de la zona...de alguna zona lejana, que los únicos cuadrúpedos que vimos fueron una recua de pollines en las praderas de Ortava...
La velada transcurriría tranquila, tras la cena, una buena sobremesa en algunos bares de la zona, de la que pronto desertarían Joaquín, Marin, Pablo, Pau y Mancha, mientras que el resto asolarían los locales de la zona, hasta horas más tardías…

(Se dice que desde entonces, en cierto local de copas, siguen buscando a un tal San Expédito...)

JORNADA TERCERA
Si el amanecer de ayer había sido cansino, en el de este domingo casi  no se llega al desayuno, cerraba a las once de la mañana…qué hora tan temprana. 
Para rematar el fin de semana, nuestros orgullosos anfitriones habían preparado una visita a una conocida bodega local, y allá que nos fuimos, a disfrutar de las explicaciones y los caldos.
Tocaba después comida en la hospedería y luego el más difícil todavía: envasar nueve caballeros y ocho monturas en tres vehículos, ya que don Zárate se quedaba en la zona a reponer nietos y Echevarría ya había escapada el sábado hacía su morada leonesa.


Y de esta guisa se acaba una grande y feliz escapada
gracias a todos vosotros que nos hemos sentido queridos
don Ángel, don Félix, don Pepe!, nos sentimos agradecidos
por vuestro esfuerzo, vuestro tesón
vuestra paciencia y vuestra pasión.
...bueno y por vuestra paciencia, claro...

Pd. ¿repetimos el año que viene???