miércoles, 26 de octubre de 2005

II Marcha B.T.T. Monte Deva

El sábado 22 de octubre se celebro la 2 marcha BTT Monte Deva, con una gran asistencia de participantes y un día soleado que más recuerda a las primeras semanas de Septiembre que a finales de Octubre en que nos encontrábamos.
Hubo muchos ciclistas que pese a los consejos previos por parte de la organización subieron hasta el área recreativa montados en sus bicicletas, los hay incansables, el resto subíamos adelantándoles con nuestros coches dejando una nube de polvo detrás y unos cuantos kilómetros menos por recorrer.
En la inscripción se podía disfrutar del ambientillo betetero, saludar a los compañeros que hace tiempo no veíamos, comentar la ruta, el perfíl, ver las nuevas maquinas que algunos de los participantes y poner a punto nuestras monturas.
A eso de las once menos cuarto el "megáfono" de bttpelayo da la salida. Partimos desde el área recreativa del monte Deva en dirección a la bajada del apiario, todos en fila y a comenzar el breve descenso hacia el camín de Rioseco, luego la subida a la Arquera y dirección al Curbiellu. Rápidamente con las primeras rampas el nutrido grupo empieza a fragmentarse, unos salen disparados mientras que otros empiezan a tomárselo con calma y a formar pequeños grupos para hacer mas animada la marcha.
En la bajada a Peón se suceden los primeros incidentes, alguna caída sin graves consecuencias (curiosamente en la parte de asfalto, y es que se nota que lo que más queremos son pillar caleyas), y unos cuantos pinchazos, entre ellos el de un servidor que vio como un reventón le relegó al final del pelotón (es que tengo que buscar excusas, je je).
En Peón comienza la larga, larga subida, primero suavemente pa ir calentando un poco las patucas y después con unas rampas que empezaban a hacer mella en el personal. La mayor parte de la subida ciclable, aunque muchos nos tuvimos que bajar de la bici ya que las fuerzas empezaban a agotarse. Disfrutamos, eso sí, de la hermosas vistas de Candanal y del maravilloso tiempo que nos acompaño durante toda la travesía.
Llegamos con la lengua fuera al desvío de Cuatro Jueces, cuando ya empezaban a bajar los "profesionales". En la bajada a Cuatro Jueces hubo alguna caída espectacular, pero se nota que la juventud esta echa de goma, ya que al poco el susodicho ya estaba otra vez montado encima de su bicicleta, eso sí, con alguna magulladura de más.
Enlazamos con los "profesionales" y comenzamos lo que a mi juicio fue la parte mas prestosa de la ruta, y es que a mí lo del barro me priva, disfrute como un enano metiendome a toda velocidad en cada uno de los barrizales por los que pasamos, algunos fueron superados con éxito, y en otros me encontré en medio del barrizal metiendo las patas en el colacao para poder salir. Desgraciadamente la bajada se hizo muy breve y comenzó la parte menos ciclable de la ruta, la ascensión hacia el Juriscao.
El "camino" sirvió pa empezar a charlar con el resto del pelotón, como decía un compañero, habíamos hecho la parte de bike y ahora nos tocaba la de montain, unos 15-20 minutos tirando de la burra p'arriba. Cuando llegamos al final de la ascensión allí estaban esperándonos una nutrida representación de Pelayo con la intención de sacarnos unas cuantas fotos en donde se notase el cansancio en nuestro rostro. Los Pelayos ya se conocían bastante bien esa ascensión ya que llevaban varias semanas repitiendo la ruta para marcarla y comprobar que no había ningún problema en el recorrido, esta vez y para poder tener un reportaje grafico lo más completo algunos decidieron coger un atajo mientras que otros seguían en ruta a los participantes para comprobar que todo marchaba correctamente.
La ruta estaba muy bien marcada mediante pintadas en el camino y cintas del Patronato Deportivo, aun así alguno se perdió en la ascensión hasta el desvío de Cuatro Jueces, afortunadamente pudo reencontrar al grupo mas adelante.
Cuando comenzamos la bajada a Rioseco algunos ya estaban llegando al final de la ruta, así de desperdigada estaba la gente. La bajada hasta Rioseco estuvo marcada por los pinchazos, la carretera bacheada y las castañas reventaron unas cuantas cámaras, cachis, con lo que fastidia eso.
La ultima subida se hizo dura pa los que estábamos en la parte trasera, pie a tierra y mas montain pa los que teníamos las fuerzas justitas, menos mal que ya prácticamente habíamos acabado. En la llegada nos esperaban las cheerleaders y las masajistas, ah no, estoy delirando, nos esperaban el resto de compañeros y empanada mas bollu pa los que abonaron los 3 euros.
Lo importante, pasamoslo bien y tuvimos buen tiempo, repetiremos el año que viene.

domingo, 11 de septiembre de 2005

It's a Long Way to the Top (Lagos de Covadonga)

Que feusco se prometía el día cuando nos retiramos a la piltra el viernes; el Hombre del Tiempo (no confundir con el Fantasma del Tiempo Pasado) apuntaba una y otra vez el dedito hacia un nubarrón, justito justito sobre Picos de Europa. Aún así, algunos inconscientes ajustamos los despertadores para poder llegar "puntuales" a la cita.

A las siete de la mañana, entre legaña y legaña, se podían apreciar las estrellas en el cielo, lo cual no significa nada, pero queda bonito decirlo. Estaba oscuro, pero eso suele pasar todas las noches, así que lo borro. A las ocho en punto pasadas, nos juntamos los tres únicos corajudos ciclistas que no nos amedrentamos por nada y emprendimos ruta hacia Arriondas; no nos acercamos más a nuestro destino final porque pretendíamos embarrarnos primero por la senda marcada a Covadonga. No había casi frío, así que todo perfecto para comenzar la ruta.

Tras rodar un rato por la senda peatonal (aprovechando que estaba sin peatones), en Las Rozas nos cambiamos de lado y comenzamos nuestras primeras pistas del día; como el sendero va muy llano junto al río, optamos por equivocarnos y subir una buena pendiente en la que decidimos que ya no había frío, por unanimidad. Retomado el camino correcto más adelante, atravesamos Cangas de Onís y llegamos a Soto, donde nos esperaba el cuarto Pelayo, que nos haría de guía durante la subida. Saltándonos el track previsto, que abusaba del asfalto, recorrimos varias pistas llanas (más o menos, ya se sabe que en Asturias la horizontal perfecta no existe) hasta Mestas, donde lo llano se acabó y nos hicimos unos 100 metros de desnivel extra, pero muy emocionantes (no podíamos ni hablar).

Ya entonada la musculatura, empezamos el asalto a la montaña, primero por asfalto, llevadero, hasta Demués, donde un señor de rojo, con cuernos y rabo y un tridente en la zarpa, nos dijo que empezaba el Invierno ¡qué tontería! si primero tiene que llegar el Otoño. Unas pistas de tierra bien compactada, alternadas con tramos de hormigón cuando el desnivel se hacía obsceno (apuntaba hacia arriba como la de un recién casado) nos llevaron hasta el Collado el Regueru; lo que nos quedaba ciclable, hasta el Collado Camba, era prácticamente inciclable, resbalaban hasta las lagartijas. Ninguno de los tres mosqueteros consiguió pasar de la primera curva, aunque nuestro guía dio un recital de cómo se pedalea por las paredes.

Entonces empezamos a trabajar la musculatura superior, cargando la máchina a hombros para salvar esa especie de calzada romana que nos separaba de la Majada de Belbín. Recuperando la postura erguida, volvimos a montar, parte por senderos, parte por pradería (inciso: menudo tirón me pegó por entrar a plato en la pradería, no solté un buen taco porque estábamos en un Parque Nacional...), y finalmente por pistas, para llegar a la Vega de La Ercina, no sin antes visitar el camión de apoyo a los helicópteros de la Vuelta a España (gótico tardío). Entre otras cosas, pudimos comprobar que nadia había embarrado tanto las bicis como nosotros, lo que indica el camino elegido por la mayoría para hacer la subida. Unas fotos y a buscar sitio cerca de la meta, para ver llegar a los profesionales. No voy a comentar las vueltas que dimos para, al final, quedar a 250 metros de la llegada, porque no me apetece, y en ese momento teníamos algo de hambre (pasaban de las 3:30 de la tarde, ó 15:30 para los que teneis reloj digital).

Tras dar buena cuenta de los bocatas, los ciclistas hicieron su llegada triunfal a toda leche, pero como estaban trabajando no pudimos convencerlos de que parasen a charlar un rato; así que les aplaudimos, ¡hala!. Llegaron todos, y cuando vimos el coche escoba, que para nuestro asombro era una furgoneta (a ver quien barre el salón con eso) iniciamos el retorno en medio del barullo de coches y ciclistas que se iban y los aficionados cargados de sidra que venían. Foto de recuerdo y muñeca chochona.

La bajada por carretera no tendría nada de especial que contar, si no fuera por el aguacero que se llevó nuestro sudor ganado con tanto esfuerzo. Tras dejar atrás el Mirador de la Reina (llovía tanto que ni la saludamos) encontramos el camino que debíamos tomar para continuar nuestra aventura off-road. Aquí se nos despidió el cuarto Pelayo, que decía que ese camino nos iba a obligar a cargar mucho trecho con la bici a hombros; y nosotros que no, hombre, y el que sí, que no es ciclable, y nosotros, cabezones, que qué va, si es solo un poquito al principio, que no es por donde dices tú, y él, empecinado, que nó, que no se puede rodar... y tenía razón.

La bajada empezó bajando (con la bici al hombro) para luego acometer una subida de pradería que nos llevó más arriba del punto de partida (con la bici al otro hombro). Siguiendo la ladera, por un sendero perfecto, pero para hacerlo andando, fuimos variando el firme: primero pedruscos, luego alternancia de bultos y baches (gentileza de las patas de las vacas), un poco de bosque, para finalmente ir mejorando y poder montar ¡Si no llega a ser por la vaca cabezona que se nos puso delante y nos obligó a ir a su paso! (el toro por lo menos se aparto pronto). Y se acabó el sufrimiento. Una pista de hormigón de las que te hacen saltar los empastes dio paso a la pista de tierra que nos acercó a Abamia y a las caleyas que nos supieron a gloria.

Y ya en Corao, felices y contentos y exhaustos y yo que se cuantas cosas más, enfilamos la carretera en dirección a Arriondas antes de que la noche dejara caer sobre nosotros su tupido velo (o sea, que nos dejara a oscuras y con el culo al aire, por eso de mejorar la visibilidad). Disfrutamos de un prelavado en marcha, gracias a la segunda remesa de lluvia, aunque en esta ocasión no fue tan intensa (pero vaya lo que jodía...).

En resumen: haciendo recuento, teniendo en cuenta que la subida a los lagos es de 12 Km, a ver como carajo nos salen 75 Km (la media no la muestro, porque tiene un tomate). Y el año que viene, al Angliru...

sábado, 9 de julio de 2005

XII Vuelta al Concejo de Gijón

Tiene esta duodécima Vuelta al Concejo un sabor especial, con todos esos cambios que, a la vista del número de participantes, parece que la hicieron más atractiva para los bikers de todo el mundo (había uno que hablaba raro, creo que no era español).

Por un lado, el cambio drástico en el recorrido (conservando las playas, eso sí) que nos hizo pisar por primera vez los concejos de Villaviciosa y Sariego. Los de cabeza quizá no los pisaron, pero puedo asegurar que los de cola los pisamos, y bastante. esto me recuerda los consejos de la Dirección General de Tráfico, que recomiendan bajarse y caminar cada dos horas de conducción.

Por otro lado, la reducción de kilómetros, que parece que animó a muchos que consideraban que 90 Km son demasiados. En realidad la rebaja fué fruto de la necesidad, ya que la continuación del Picu el Sol que había prevista endurecía la marcha demasiado para lo que es una ruta de estas características. De todos modos, que nadie se haga muchas ilusiones, ya que posiblemente esa parte la incluyamos el próximo año.

Otro cambio se produjo en la alimentación, con muchas novedades: los plátanos estaban curvados hacia la derecha, en vez de a la izquierda. Los bocatas eran de queso y jamón, en vez de jamón y queso. Había bebida de color azul que sabía a gominola, aunque a algunos les tocó de color amarillo que sabía a bebida de color amarillo, en ambos casos isotónica (yo llevaba a título personal una pócima de color rojo, que parecía hecha con sangre de gamusino cibernauta). Finalmente, para los guías había daikiris y caipirinhas energéticas (¿que a tí no te dieron? ah, es que los deportistas no deben beber alcohol).

El último cambio consistió en que el paseo triunfal por las calles de Gijón no se produjo por el paseo del Muro (o sea, por la playa), lo que ahorró a los participantes casados el riesgo de bronca de su pareja por embobarse mirando bikinis, aunque nos dejó un poco desilusionados a los solteros.

Lo que sí se mantuvo como en años anteriores fué la escasez de averías, de caídas y de participantes femeninas ( ¡ oooooh ! ), aunque estas últimas hicieron más agradable la marcha a los que circulamos en la clase turista (los que no tenemos prisa y podemos pararnos a hacer una foto sin miedo a estropear la media -de velocidad-).

Y el año que viene, más.

martes, 21 de junio de 2005

Perros y bicis

El mejor amigo del hombre ha sido, y sigue siendo desde que empezamos a destrozar este planeta, el perro. Ese animal que siempre está buscando compañía, algo de diversión y una pizca de cariño, vamos... como casi todos.

Sin embargo para los pobres ciclistas los perros son a menudo fuente de problemas, ¿quién no se ha asustado alguna vez cuando un pobre animal nos asalta con sus ladridos?, nos suben las pulsaciones y miramos atrás para ver que Cerbero no esta pisándonos la goma. Recuerdo las típicas películas en que el perro estaba al acecho para abalanzarse sobre el cartero o el lechero de turno, pero a los perros, lo que esta claro que les gusta, son las bicicletas.

Como las personas, no todos los perros tienen el mismo carácter, si a nosotros nos influye nuestra educación y la conducta de los padres, es el amo el que se encarga de imprimir el carácter en el animal. Afortunadamente también existen los perros que acompañan al ciclista en su trayecto, corriendo mansamente detrás o sirviendo de guía en el viaje a través de las caleyas y senderos. Si habéis tenido esa experiencia sabréis lo gratificante que es, así que la próxima vez que os asalte un perro ladrando acordaros de aquel que otro día se os unió en vuestro viaje y os regalo su compañía durante varios kilómetros.

De todas formas vamos de detallar las posibles actuaciones a adoptar cuando nos asalta un demonio de mirada feroz y ladrido furioso.

1º Ladrarle no sirve para nada, os enzarzaríais en una discusión y normalmente los perros son bastante cabezones.

2º Bajarse de la bici parece lo más indicado. Yo lo he hecho y al instante el perro ha dejado de ladrar, ¿se pensaran que somos centauros o algo parecido?.

3º Salir disparado a toda pastilla. Esta opción es la mas utilizada, es como practicar deportes de riesgo, siempre asalta la misma duda, ¿me cogerá?.

miércoles, 15 de junio de 2005

Cuando pinchas la rueda delantera...

A baja velocidad, por una pista más o menos lenta, basta unos toques de freno y un poco de control para detener la bici y poder reparar la rueda sin mayor dificultad. Eso pasa a menudo.

A mayor velocidad, por ejemplo 30Km/h, rodando por asfalto, la máquina se mantiene relativamente recta hasta que comienzas a tumbar en la curva. En ese momento, notas que la dirección intenta girar un poco más de lo necesario, en ese segundo que el cerebro necesita para analizar la situación; entonces, la primera reacción es la enderezar la bicicleta, resultando que la rueda delantera pretende encaminarse en la dirección contraria mientras el resto de la montura intenta seguir recto.

Por efectos puramente físicos (e=mc²) se produce un colapso del sistema bicicleta-ciclista, provocando que ambos se vayan al suelo. La bicicleta no sufre daños reseñables (recordemos que la rueda pinchada estaba así con anterioridad).

En próximos incidentes intentaré determinar si es habitual producirse quemaduras en muslo-rodilla-pantorrilla o las lesiones son aleatorias. También buscaré las causas de que duela la mano contraria al lado de la caída.

Bip, bip

PD: niños, no salgais sin guantes.

sábado, 28 de mayo de 2005

Motivos para no andar en BTT por Somiedo

Después de la impresionante ruta que nos llevó nuevamente a tierras somedanas, desde la Pola hasta la Farrapona pasando por Saliencia, y con vuelta por Valle de Lago, las partes blandas del cuerpo (el cerebro, no seais mal pensados), se dedicaron a hacer una recopilación de motivos por los que no se debe andar en BTT por la zona:

1º Las cuestas son muy largas, sobre todo hacia arriba, y las patas se cansan. Y los patos.

2º Si hace frío, se pasa frío; además, si hace calor, se pasa calor. Y si no hace ni frío ni calor, no se disfruta.

3º Si hay niebla, no se ven los lagos. De hecho, creo que los días de niebla no los ponen. Y casi perdemos a Willy.

4º Las vacas te lamen las ruedas de las bicis, y el guante si se lo arrimas. No comprobamos qué más lamen, porque tienen la lengua muy áspera.

5º Las bajadas están llenas de sorpresas; la más desagradable es el cucho (estiercol de vaca para los castellanoparlantes). Pero también te puedes comer una rama o un mosquito.

6º El paisaje es muy monótono: montañas, prados verdes, cabanas de teito, animales domésticos, animales salvajes (por ejemplo: un alimoche, un bicho saltarín que casi atropella a Manu, una cosa como una ardilla pero sin rabo, llimiagos...), ríos, cascadas, árboles, flores, lagos, etc. O sea, lo que vemos todos los días en la ciudad.

En resumen, que el año que viene volveremos a hacer la ruta, que quede claro que los que andamos en BTT tenemos que olvidarnos del cerebro de vez en cuando. Ya se sabe, los que pedalean no tienen los pies en el suelo.

Bip, bip

sábado, 21 de mayo de 2005

Rainy day, dream all day

La tentativa de realizar el recorrido de la Vuelta al Concejo, según los nuevos proyectos, se vio frustrada por la lluvia a la altura de la Ñora. A nuestro pesar, y tras refugiarnos un buen rato en el campo de golf de La Llorea, decidimos que valía más hacer unos cálculos estimados en función de las salidas anteriores, que arriesgarnos a un bonito catarro, que a estas alturas nos puede fastidiar la temporada...

Pero como los kilómetros recorridos hasta el momento eran pocos, no se nos ocurrió nada mejor que hacernos unos "ochos", rescatando viejas pistas que se estaban quedando en el olvido. Sube, baja, resbala, frena, y nos plantamos en el campo de golf de Castiello (teníamos el día golfo) y disfrutamos de un nuevo sendero, estrechito y empinado, que nos llevó a las inmediaciones de La Camocha.

Como nos quedaba cerquita, y pareciá que por aquí abajo la lluvia se estaba conteniendo, nos arrimamos hasta la base del Picu el Sol para realizar el último tramo del proyecto de la Vuelta al Concejo, con una bajada húmeda y resbalosa que hará la delicia de los más hábiles (no se lo que les parecerá a los menos hábiles), antes de introducirnos en la Vía Verde.

Y de postre, por si era menester, investigamos una subida de las que cortan el aliento que nos llevó al alto de Huerces, para acometer un par de bajadas, la primera ya conocida y la segunda con su dosis de riesgo. Pero nos la guardamos para otra ocasión, que siempre hay tiempo de preparar una buena encerrona...

PD: al final, para este sábado había prevista una ruta de 25 Km, que nosotros convertimos en 50 Km, aunque tampoco se puede decir que fueran demasiado duros.

sábado, 14 de mayo de 2005

Vuelta al Concejo de Gijón: 13 muertos y varios desaparecidos

Comenzó la bonita epopeya de realizar el recorrido de la reformada Vuelta al Concejo sin apoyo logístico externo, con 15 minutos de retraso sobre el horario previsto, entre otras cosas porque esperamos a algunos que se había comprometido a venir y finalmente no aparecieron. Para empezar con variaciones, los doce asistentes no dimos la vuelta prevista al velódromo, porque estaba cerrado por obras (la verdad es que no nos dimos cuenta de que había que hacerla).

El comienzo de la ruta transcurrió sin problemas, debido principalmente porque se rodó por asfalto, con poco suelo rabioso, hasta que acometimos la bajada a La Ñora, con su posterior subida al campo de golf de la Llorea. Disfrutamos de unas pistas poco castigadas por el barro, aunque uno de los nuestros aprovechó una de las bañeras del viscoso elemento para aplicarle las propiedades terapéuticas a su zapatilla izquierda: gratificantes chascarrillos salieron de tal acto. En el aparcamiento del campo de golf, (el deporte ese de darle con un palitroque a una bola y meterla en un agujero, casi, casi como en las canicas) a las 10:15, apareció otro de los nuestros, que se convirtió en el Guerrero Número 13, un árabe entre tantos vikingos.

Continuamos ruta hasta el Curbiellu para llegar a las 10:45, donde se hicieron tres grupos: el primero, de un solo miembro, que bajó por carretera para que le diese tiempo a lavar el zapato que había embadurnado de barro. El segundo, compuesto de tres pelayos y tres bikers de Laviana que nos acompañaban (un afectuoso saludo), bajamos por la pista del Garrapiellu, como estaba previsto, descubriendo que estaba mucho más ciclable que en anteriores ocasiones y, por lo tanto, más prestosa. Y el tercer grupo y más numeroso, que bajó por una pista que hay “más allá” (seguro que tiene nombre, pero ahora mismo ni me acuerdo), porque tiene menos barro, es más segura y más rápida; aquí se produjo el primer incidente de la marcha, con una caída en el hormigón (siempre se cae alguien, esto del hormigón tiene más peligro que las caleyas pedregosas), que provocó un pequeño retraso que permitió que llegásemos antes los de la senda del Garrapiellu.

Reunificados, acometimos la parte más dura del recorrido, con la subida a la Cordal de Peón desde Candanal, por una pista, de hormigón mayormente, que nos dejó ya tocados para el resto de la marcha a los más débiles del grupo. Una vez arriba, a las 12:10, unos charquitos de ná y luego el típico recorrido por la cordal, donde se produjeron dos nuevos incidentes de la ruta: un compi tuvo que parar a quitarse los calzoncillos… (no se dan explicaciones, el que quiera morbo que vea la tele por la tarde) y otro estuvo a punto de ser arrollado por un corzo. Una vez en La Fumarea (13:15 horas), perdimos a un miembro, al que su condición de papá reciente le obligó a acortar la ruta.

Subimos al Fario, cada uno a nuestro ritmo (yo llevo reggae, lentito), para coronar en 20 minutos. Los compañeros de Laviana abandonaron en dirección a Deva, aduciendo que no estaban preparados para sufrir el resto de la ruta (y los demás tampoco, pero somos más cabezones que Rompetechos). Entonces, llevados por la costumbre, la inercia o como quiera que se llame, tomamos un camino diferente al estipulado en el track del GPS, cuando en realidad deberíamos haber subido el Cerro Gavio para bajar por el sendero del bosque. En cualquier caso, descubrimos que el estado de la pista había mejorado respecto a anteriores recorridos (por ejemplo, ya se derritió el hielo). En dirección a la Collada, esta vez sí nos dimos cuenta del cambio y cogimos la ruta marcada y no la habitual.

Un poco de aceite en las cadenas y comenzamos la subida al Picu el Sol, donde se produjo el tercero de los incidentes: una cadena que se desengancha, un cambio que se mete entre los radios y una patilla de cambio que se va a hacer gárgaras; suerte que uno es previsor y va cargando con una patilla de repuesto que, con la combinación de la herramienta adecuada y muchos mecánicos oficiales en el grupo, no perdimos más de 10 minutos en la reparación. Mientras tanto, algunos aprovecharon para nutrirse. Continuamos, y a las 15:20 llegamos a Las Cabañas, donde decidimos comer y debatir el resto de la ruta: cuatro de los miembros decidieron retirarse por diversos motivos, aunque el cansancio era la excusa generalizada entre la mayoría; los cinco supervivientes retomamos la ruta a las 15:50 y nos saltamos el tramo que nos hacía bajar, luego subir al picu El Sol, bajarlo y volver a subir, cosa que acortamos en llano (casi) y por carretera con lo que nos ahorramos más de media hora de recorrido.

En la bajada a La Peral tuvimos un nuevo despiste y no encontramos la pista, sendero o lo que sea de bajada, aunque la línea del track no ayudó mucho en esta ocasión, debido a su simplicidad. En esta parte del recorrido comenzaron las dudas gordas, ya que ninguno de los participantes conocíamos el recorrido concreto, lo que nos provocó más de una duda y vuelta atrás, en la zona de Varé o el Forcón.

Tras muchos dolores y continuos sube-y-baja, nos plantamos en Carbaínos, a las 17:50. Aquí, engañados nuevamente por la simplicidad del track, tomamos una pista equivocada y, cuando nos dimos cuenta, ya habíamos bajado por una pendiente muy fuerte que daba miedo, a estas alturas, volver a subir. Consultamos el reloj, testeamos las patas, y vimos que era un buen momento para finalizar el recorrido oficial, aunque aún nos quedaba llegar a Gijón 50 minutos después, lo cual tampoco fue un camino de rosas, pero eso es otra historia.

miércoles, 4 de mayo de 2005

Herreros, pueblos abandonados y cuturrús

Una vez reintegrados a la vida normal, llega el momento de evaluar los daños, físicos y psicológicos, que genera una ruta betetera por tierras lejanas. Y cuando me refiero a la vida normal, me refiero a la rutina semanal de madrugar, trabajar, comer y dormir a horas fijas, tal como hacen los animales de granja.

El sábado 30 de Abril, un grupo de jóvenes de taitantos años optamos por abandonar el calor de los lechos para acercarnos al pueblo de Molinaferrera y acometer la ruta de la Herrería, armados de rocines metálicos y alguna que otra lanza digital para la captura de aquellos gigantes que nos amenazaren con sus terribles brazos: primer error, ya que los molinos encontrados debieron su pasada furia a la fuerza del agua, y no a la del viento.

Tras una bonita subida hasta Piedrafita, con avistamiento incluido de un orondo jabalí, llegamos a la bajada reina de la etapa, pasando por el pueblo abandonado de Palacios de Compludo, que está en plena restauración (vamos, que ya no está totalmente abandonado). De aquí bajamos hacia Compludo, donde rendimos honores al rey Chindasvinto y a su esposa Reciberga (si no lo escribo, reviento), no visitamos el Solar del Monasterio (porque quedaba a tomar por culo y encima solo se verían unas piedras y... un solar) y nos fuimos a visitar la única herrería visitable del recorrido.

Con el sol ya castigando en el cielo, emprendimos la subida hacia El Acebo, de la cual no hay mucho que decir, ya que fue por asfalto; aunque la vista del fondo del valle también merecía la pena, la circulación de carros motorizados limitaba las sensaciones. Alguno tuvo incluso la sensación de que la subida no se acababa nunca. En el Acebo, tras un frugal almuerzo y múltiples llamadas telefónicas para informar a los corresponsales en Gijón de nuestro estado de salud, emprendimos un descenso entre el bosque para llegar a la primera dificultad húmeda de la jornada.

El río nos esperaba juguetón, con un vado precedido de una represa que aumentaba la profundidad: el primero en cruzar decidió no mojar los zapatos ni las ruedas de la bici, mientras que el segundo decidió mojarlo casi todo; a partir de ahí, se alternaron los pies salpicados con los hundidos, finalizando con otros pies descalzos. Esto confirma la teoría de Schöner-Junng sobre las formas de cruzar un río: "El que no se moja, es que ha encontrado el puente".

Tras el refresco, el calentón, con la subida reina de la jornada, hasta el pueblo de Folgoso del Monte, también abandonado por los humanos, pero no por las vacas. Una fuente, unos alimentos, un olor a cucho que exaltaba los ánimos, y seguimos la ruta, ahora más suave, en dirección a la Cruz de Ferro, para hacer nuestras ofrendas a los Dioses.

Y finalmente, iniciamos lo que sería la bajada definitiva (ésta no es reina) hacia el final de la etapa. Eso sí, amenizado por un par de subidas, que mucho bajar es malo para el colesterol. Al final, tras socorrer a un cordero recién nacido, llegamos a Molinaferrera con apenas dos horas y media de retraso sobre el horario previsto, con dolores en puntos estratégicos y algún que otro dolor de cabeza (la que va por debajo del casco).

El grueso del pelotón retornó a Gijón, mientras que el que suscribe y un ratón de campo tiramos en dirección contraria, para patearnos las Médulas (un lugar del Patrimonio de la Humanidad, no es que nos hubiéramos dado patadas entre nosotros) y reponernos con unos chupitos del milagroso cuturrús que se hace en la zona. Pero eso es otra historia (a repetir).

lunes, 4 de abril de 2005

El Tío del Mazo

Cuanto sufrimiento a cola del pelotón, y los de cabeza sin enterarse de nada.
En la ruta de Deva me gané, por derecho propio (ya tengo la plaza fija), el honor de ir a cola del grupo en las subidas, animando a los que, por las puñaladas de la vida, eran a su vez abandonados por sus propias fuerzas. En un momento dado, me sentí como el "Tío del Mazo", ese que, cuando te alcanza, te anima a enseñar todas esas expresiones faciales relacionadas con el sufrimiento.
Muchos factores se dan cita para hacer a un esforzado biker morder el polvo: pendientes largas y pronunciadas, barro, calor y, sobre todo, la falta de entrenamiento. Como decía una vieja leyenda del BTT ante unas cervezas esa misma tarde, esta ruta tenía muchas subidas y pocas bajadas...
Y como dice el refrán "a perro flaco, todo son pulgas", al circular por el valle de Rioseco, coincidiendo con la noticia de Radio Abuelita de que los primeros habían llegado a la meta, me ví obsequiado con un hermoso tirón en el cuádriceps derecho (el primero que recuerdo en toda mi vida), que me hizo bailar la yenka durante un par de minutos.

El Correcaminos

lunes, 21 de marzo de 2005

A cola del pelotón

La ruta del sábado fue todo un éxito: todo el mundo salió contento, ya que el que no disfrutó subiendo lo hizo bajando, o comiendo el bocadillo en un bonito prado con fuente y todo. Al final, saqué unas estadísticas, alternativas a las de ruta que hace Cristian, que son las siguientes:
 
De 11 participantes
 
El 18,2 % llevaba GPS.
El 72,7 % llevaba walkie-talkie.
El 81,8 % disfrutó en las bajadas.
El  9,1 %, dió espectáculo en las bajadas más complicadas.
El 45,5 % sufrió abundantemente en las subidas.
El 18,2 % sufrió algún pinchazo/reventón.
El 63,6 % decidió alargar la ruta para darle más emoción.
  de los cuales, el 14,3% sufrió un pequeño percance en la bajada.
 
Y para que sirva de recordatorio, se están subiendo las fotos para regocijo de los participantes y envidia de los ausentes.
 
El Correcaminos
 

Sobre las cosas útiles y el resto de las cosas

No podía ser que la Peña BTT Pelayo, pionera en todo lo que se puede ser pionero, no dispusiese de un blog, que fuese la voz pública de todos aquellos que se quedan sin voz en las subidas prolongadas o en las bajadas a tumba abierta.

Lanzamos la botella de cava contra el duro casco e inauguramos este barco que, esperemos, no nos lo eche a pique ningún temporal como pasó con el foro (que revivirá, seguro).

Un afectuoso saludo.