martes, 10 de septiembre de 2019

LOS SIETE DE OMAÑA

Ha sonado como un latigazo, como el trueno de una tormenta seca, de esas que te sorprenden agachado y ya no te levantas en lo que resta del día…ZASSSKAAAA!!!
El eco de la detonación se repite por el valle de la Lomba y provoca algún que otro argayo en la escombrera cercana…A unos metros del origen, y arrinconados contra el travesal  intermedio de la mina La Cobriza, los jinetes se apagullan, como se dice por allí, unos a otros. Son seis, hombres hechos y derechos…jarotes de buena traza, pero que apenas osan levantar la mirada a su capitán.
 Este, de pie y henchido de voz y de orgullo geológico, repite la andanada….¡¡TETRAEDRITA!!!...así, sin dudarlo, sin tragarse ninguna de las “r”que conforman el obús balístico... 
Unas peñas ruedan de las ruinas cercanas y los soldados echan cuerpo a tierra. 
Uno de ellos, flaco de pelo y flojo de riendas, antiguo vendedor de ultramarinos, osa levantar la mirada al caudillo, que echa la vista atrás a su jumenta, mancada del pernil derecho y suelta otra salva de artillería…
...BRRROOOOOMMMM…viene,,,viene!!!¡¡¡TENNANTITA!!!!...esta lleva dos “n” juntas, la condenada…
La soldada no aguanta…levanta el pescuezo y echa a correr ladera arriba como perseguidos por jabariles,  con  la testa agachada porque sigue la granizada…¡¡¡MALAQUITAS!!!!....AZURITAS!!!!!...no saben si amoscarse o seguir corriendo...deciden lo ultimo.
Han sido poco más de dos leguas, las que ha recorrido la tropa, y así andamos…al trote largo…pero déjenme,  déjenme que ya les explico yo…
A la ruta anunciada seis valientes se presentaban: Don Juan de Blas, de potente montura sin parangón en el reino; don Marino Vigil, presto de verbo y rápido de mente; don Joaquín Lorente, fiel defensor de las causas tardías; don Lalo, antiguo y afamado abastecedor de frutas y hortalizas de la zona centro; el quinto bisoño don Roberto, adjunto en prácticas gráficas, y este que relata, celoso custodio de la retaguardia. Comenzaba la ruta sobre el rio Omaña, a media legua escasa de Riello. Allí se alineaban los citados a las órdenes del temido y siempre dispuesto Barcaiztegui, hombre de intachable reputación y no menos prodigiosa memoria.
Para siempre conocidos como...¡Los Siete de Omaña!!...que no había nadie mas por allí, vaya...solo siete...
La senda propuesta ascendía, ascendía, y ascendía, desde los márgenes del Omaña hasta la lejana Sierra de Gistredo, punto álgido de la excursión.
Se atravesaba, de esta manera, las despobladas aldeas de la Lomba…Castro, Campo y Santibañez, aprovechando para visitar sus iglesias y saludar a algún que otro celoso apicultor, pues aquella zona es abundante en panales de rica miel, y de ciruelas tempranas, también. El terreno se mostraba en buen estado, con pistas de rodar fácil, alternando algún que otro cortafuegos de poca inclinación.
Tras pasar el villorrio de Santibañez de la Lomba, las cosas cambiaban y las pistas se convertían en senderos estrechos y en algunos casos, cerrados por  alambreras. Pero la velocidad no disminuía, raudos en fila de uno, la escuadra descendía en pos de Barcaiztegui, cuyo conocimiento de la zona facilitaba el avance.
Llegados a uno de los cierres, quiso la ocasión que a la zaga del líder fuera el escurrido Moutas (Lalo…), que ante la inesperada frenada del gurú, no dudo en frenar también…contra la jumenta de Marin.
Saltaban por los aires pegatinas, pintura, el cable del cambio, algo de barro del sábado pasado y unas cuantas interjecciones del sorprendido propietario.
Como buen mercader, Lalo no desperdiciaba el negocio y atravesaba la valla por la parte superior,cual gamo acosado. Hizo falta toda la destreza del barbado Blas para enderezar la montura y poder proseguir la marcha.
El furtivo asaltante, mientras,  aprovechaba para retirar los alambres desde el otro lado.
La senda continuaba el descenso hasta la riega cercana, pero ahora se iba con mas tacto, y vigilando de reojo al temerario rentista, que estuvo ya tranquilo el resto de la jornada.
A esas alturas, y tras cruzar un afluente del rió Negro, el capitán entraría en crisis, la vegetación hacia difícil averiguar el trazado, el camino se comprimía entre escobales, espinos, y  ortigueras que dejaban recuerdos a la tropa, los jabalíes habían estado hocicando toda la zona y además su montura daba problemas en las rampas.
De nuevo hubo necesidad de la ayuda del  lugarteniente Blas, que solventó  el problema en un par de bufidos.
Entretanto, el resto de la legión hacia tiempo un poco más arriba, rodeada de plácidos roble disfrazados de encinas… 
Unificado el grupo, se alcanzaba, ya sin demora, el cercano camino de la mina.
 AAAAhhhhhh… La Cobriza, de 1900, lugar que atesora fríos y gélidos recuerdos para Marín, buscando el mineral aurífero en vano (o eso dice, que el pollo tiene un piso en Viesques!!!..) durante los crudos inviernos de Omaña, cuando el hielo de los gintonic se cogía directamente en el regato cercano.
Y  llegamos al momento actual, con toda la escuadra en fuga, afrontando un par de leguas de fuerte ascenso por la collada del Arroyo de Arroyos en dirección al altivo pueblo de Andarraso… (En tales ascensos es habitual que cada uno encuentre su ritmo, pero la próxima que os hagáis la foto sin estar yo, s`os cae la del pulpo…).
Andarraso, uno de los pueblos más altos de León, guarda una curiosa historia: la del vecino Jerónimo Martinez, que en los años 30 metía una pepita de oro, heredada de un abuelo emigrante, en las sacas de un ingeniero ingles que andaba investigando la zona, haciéndole creer de la existencia de una inmennnsa veta dorada en la zona. 
Se construyeron caminos, puentes y lavaderos, dando trabajo a mas de 100 operarios hasta que la falta de resultados condujo al cierre de la empresa…que cosas tú…A ver si el tal ingeniero era de Zaragoza???
Tras este desliz informativo, se llegaba a la Sierra y sus molinos, con los integrantes en diferente estado de forma…: Perfecto el de los caballeros Vigil, Moutas y Rodriguez; Espléndido como el Coñac, el de Lorente; Lógico el de Blas, mejorable el de Mancha y por supuesto, Intachable el de Barcaiztegui.
Y en estas alturas, el camino giraba en retorno, perdiendo altitud en dirección Norte; la velocidad aumentaba y se atravesaban los pueblos de Rosales y La Omañuela casi sin mirar.
Las pistas se ensanchaban y nos conducía al pueblo de Pandorado, famoso por su romería al Santo y su Gran Hotel, llegando, mediante una fuerte pendiente, al lugar de inicio, estableciendo un record para los anales de esta hermandad:…nueve leguas (41 kilómetros…) en siete horas y media!!!...ahin le hemos dao!!!
En esta ocasión no hubo restaurantes de postín, ni de los otros, hubo una merendola por todo lo alto, con productos locales y cervezas naturales,  precedida de un fugaz baño en el Omaña…no hay fotos que salieron todas movidas por el frío…

...Por cierto...si nos asustamos con los palabros, escuchar lo que es la Tetraendrita...antimoniosulfuro de hierro y cobre...me acabo de atragantar con la cena....

Saludos a todos

Huy...si que hay una foto!!!!...mira cómo corren!!!



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