jueves, 21 de mayo de 2015

ENCOROZADOS!!!

El ambiente está cargado en la oscura mazmorra, al olor acre y salado de los condenados se une el de la humedad de las viejas piedras que conforman la misma. Una pequeña saetera en la pared deja pasar un nítido rayo de claridad que muestra el estado de los acusados.
Estos son tres y se hallan desperdigados por la celda sin orden ni concierto, barruntando sin duda la seriedad de sus pecados e imaginando, temerosos, la magnitud de los castigos a los que se enfrentan.
De los tres, solo uno, el de la culpa más grave: herejía y apostasía de la sagrada fe, lo que normalmente apareja chamusquina general, se halla esposado a la pared; los otros dos, aunque engrilletados, tienen cierta libertad de movimientos.
Se trata de los milicianos Varas, compacto y  discreto, que se halla como privado de voz, buscándose perdido entre su propio yo y el camino que lo rodea y del derrumbado y exhausto Blas de Road, a quien han tenido que introducir, en parihuelas, un par de estirados alguaciles.

Anda el citado hombrón venido a menos, exhalando suspiros de forma grave y ostentosa, Ay, Ay, Ay de mi, resuella por lo bajini.
No están los reos muy magullados, salvo algunos chirlos en la cabeza, y arañones en las piernas, se hallan en un estado de salud más que decente lo que es mucho decir, dadas las circunstancias de su encierro.
Lo que no sospechan, ni por asomo, es que a unas varas de allí, en una sala pareja, aunque con mejor disposición y tamaño declara en esos momentos su delator acusica.
Es el joven tamborilero Arguelles, de espíritu algo vocinglero y dado a las bravuconadas pero que en estos momentos anda que no le llega el jubón a la gola. Frente a él, en la sala, se han presentado tres siniestros personajes, lo que juntamente al esbirro que se halla a su espalda, hombre alto y circunspecto, hacen cuatro para su persona, demasiados gatos para este pez, piensa el mancebo.
Está el proceso presidido por el Diácono don Marín de Barcaiztegui, temeroso hombre de Dios y preciso estratega militar, que se halla de pie, totalmente vestido con ropones negros e imposibilitado de sentarse por una vergonzosa lesión doméstica. A su derecha siéntase el no menos conocido Don Ramón de la Vera Lisa, cuyo serio y recio gesto impone respeto y pavor, y a la siniestra del inquisidor, acomódase también el licenciado Don Manuel de la Barca Chica, de mirada certera y peligrosa que ejercerá de pendolista, una suerte de secretario judicial, vaya, en el acto; de hecho, se le oye rasguear los pliegos anotando cifras y derroteros…-“9,36 leguas recorridas a una media de legua y media a la hora,… 28 jinetes y una doncella...”
Al fondo de la sala se escucha el rumor de las más de treinta almas, es una vista pública, entre compañeros de milicia, propias de algunos de ellos y chiquillería en general, que comentan en voz baja el desarrollo del juicio.
Cumplidos trámites de nombre y filiación, que apunta presuroso el de los lápices, comienzan los aprietos para el paje.
Es el fraile de la Vera, el que estrecha el cerco. ¿No es cierto que el encausado de la Vara desertó de la procesión y encaminó sus pasos hacia los montes Lucenses, descarriando a algunos de sus camaradas de facción, entre los cuales os encontrabais??, el de Caldones traga saliva aunque más bien lo intenta, la boca está seca como estopa de plomero-"Bueno señoría, es verdad que …", -"¿Y no es menos cierto que el tal Rubén hizo caso omiso de las advertencias de sus hermanos de fe para que volviera a las filas de esta su congregación?", no ceja el fiscal en el intento. -“ no hubo descarrío alguno su señoría, si acaso mero extravío sin mayor perjuicio que un ligero retraso”, el joven recupera algo el resuello, aunque de repente, desde su trasera, le cae un pescozón en la colleja que le deja un poco lelo –“esas infulas,
aprendiz.” advierte el gastador de su espalda, Guardado para mas señas. –“El primero esta cazado Ilustrísima”, asienta de La Vera mirando hacia Barcaiztegui, que ya ha intentado, sin éxito y con gesto dolorido, sentarse en la banqueta. -"Aconsejo 200 buenos zurriagazos con buena caña de medir curvas y señales, a fin de que expíe sus culpas y se lo piense dos veces más antes de pecar de nuevo".
-"En cuanto al segundo, ese tal Blas, que no hace sino lloriquear…Ay mi…Ay de mi…Son conocidos sus Delitos de Quebranto del Ayuno, Cisma de la Fe y el más grave de ellos: Proposición Temeraria y Acompañamiento de Herejes, ¿tenéis algo que decir del citado?", inquiere hacía el quejumbroso -”Bueno, su merced, si acaso el teniente Blas acompañó a ciertos herejes, fue sin ánimo de infringir ninguna dogmática de la fe, solamente se consideró en buena forma….” '''¡¡SILENCIO!!, brama áspero el de Audanzas, -“ese individuo cada vez se aparta más de las verdaderas creencias, se le ha visto solo o en compañía de otros renegados por pulidos caminos, no hay lugar para su redención”. -"Será necesaria una pena mínima de galeras forzadas y ayuno durante veinte días, Excelentísima". -"¿Y si reincide?" Esta vez es la voz del principal la que se oye, mientras intenta sentarse en el quicio de la silla, con gran gesto de dolor…es la suya una voz atiplada, como si algo le estrujara la garganta, advierte el pubescente Arguelles, pero no por ello deja de infligir aún mas recelo…”si reincide…será destituido de su montura, de esa delgada y escuálida con la que tanto gusta
cohabitar…” remata estas palabras el coadjutor con una pérfida sonrisa que hace temblar, ya sin remedio, al medroso doncel. –“En cuanto a vos…, aunque joven, no son pocos los delitos de que se os inculpa”-se coloca los óculos para leer unos legajos que tiene delante: -" Adivinanzas y hechicerías, practicas de ciencias paganas y la más grave de las que tiene conciencia este tribunal, la Invocación de demonios, brujerías y ensalmos, acaecida esta en vuestra aparatosa caída durante la procesión de la sierra. ¿tenéis algo que decir?, -“Mi señor”, gime Arguelles, doliéndose de un costado, aquel donde dio en caer al saltar de la grupa de su montura –“ no me constan esos hechos, toda vez que quedé sin voz, sin fuerzas y casi hasta sin aparejos en aquella caída, tan de cerca ví el final que si no llega a ser por mis compañeros, dudo que hubiera sido yo mismo de nuevo, ¡AY!. El quejido no es por recordar la trompada, que el siniestro carcelero le ha atizado de nuevo…-“Más respeto zagal”.
-"En cuanto al tercero de los inculpados", declama el tribuno, -"No se ha hallado ningún resquicio que empañe su culpa, su pecado es de tamaña gravedad que no admite ninguna discusión ni defensa: Apostasía de la fe; apostasía de la verdadera religión y prácticas probadas de hechicerías. ¡Que entre el acusado!".
Las puertas se abren, y ante la expectación de la plebe aparece el penitente; El individuo, hombre ya entrado en años, rotundo de formas y de pelo corto y bermejo, ingresa en el auditorio de forma orgullosa, a pesar  de lucir una buena coroza azul y un Sambenito en el que predominan las llamas y los rayos pintados.
Para mas inri, tiene la boca sellada con unos trapos oscuros y sucios. 
Se permite mirar a la concurrencia con no poca presunción e incluso atina a guiñar el ojo a una joven doncella que está en las primeras filas. –“¿Veis mi señor, no solamente no se arrepiente de su pecado si no que goza del mismo, no hay ningún arrepentimiento por su parte; mucho nos tememos que si no se hace feroz escarmiento, arrastre a otros infelices a su perdición!!!, Es más, intentaba convencer a uno de los alguaciles de la bondad de su hechicería, de ahí la mordaza…”.Este penitente ha galleado de su posesión durante toda la vista y en ningún momento hubo intento de retractación por parte del reo"".
A todas estas, el citado reo se ha acercado hasta donde reposa su cabalgadura. Es esta una suerte de jumenta fea y desgarbada, con más pinta de rocín que de corcel. 
Sigue el de la Vera ( Ramón, que os perdeis…) con su diatriba, que tiene obnubilados a público y alguaciles…-“ ...es por ello que solicito a este tribunal el más alto castigo para el citado comandante Echevarría: el decomiso de su montura  y la degradación y expulsión inmediata de la órden!!", 
Echevarría, mientras tanto, se ha deshecho de sus grilletes y con sumo cuidado se sube a la jamelga con no poco disimulado orgullo; con la mano diestra toquetea algo en el ramal de la misma y esta responde con un suave zumbido…-"¡¡¡ALGUACILES, DETENER AL REO!! QUE SE FUGAAAyyyy…!!!. Marín se ha dado cuenta y se desgañita con la poca voz que le queda. Al instante arrancan tras el fugitivo los comisarios Mulero y Morís, hombre fuertes y capaces donde los halla, entrenados en la captura y persecución de presos, pero es la suya una batalla perdida; con un golpe de espuela, Echevarría los deja atrás con una facilidad pasmosa, incluso se permite saludar a la concurrencia y reírse abiertamente…-"JEJEJEjjjj...a ahora a León me voy..."..suena por la estancia.
En pocos minutos solo se ve una estela de polvo a lo lejos, mientras los dos comisarios ya regresan sumamente deteriorados.


La sala es un caos: a las voces de los que exigen que se le persiga con todas las huestes posibles se suman las de aquellos que demandan mejoras similares en sus monturas…la cosa está que arde…el acusado Vara ha salido corriendo por una puerta pero era la del balcón y allí se ha quedado dando vueltas; el otro, el barbón, se ha sentado en un rincón y degusta un bocadillo de mortadela con aceitunas…;Marín ha desistido de vocear y dado que no puede sentarse, se cuelga de una percha y de La Vera ha sustituido toga y peluca por arreos de viaje…”a este lo pillo yo se le oye barruntar…si no me paro antes.."

En el año de nuestro señor MMXV, fueron así los hechos y así debo contarlos.

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