viernes, 11 de diciembre de 2015

POR LAS TIERRAS VAQUEIRAS


Ulex cantabricus : Arbusto lleno de infinitas espinas muuy punzantes, capaz de superar los dos metros de altura, con los tallos principales erectos o ascendentes. 
A veces dueño de amplias extensiones (tojales), florece de forma espectacular desde muy joven. En muchos lugares es considerada una mala hierba (pero mala, mala), al crecer en prados soleados que no están muy cuidados o abandonados, son plantas incómodas al transitar entre ellas (Je, ¡qué me va a contar usted!!! por las duras espinas que poseen y se ven como refugio de alimañas (…y abejorros zumbones…).

¡DOS HORAS!...¡¡DOS HORAS!!! Llevamos en este maldito monte de cotoyas. ¡Dos horas! buscando el dichoso camino que desciende hasta la carretera y que intuimos unos centenares de metros por debajo.
No nos entra un arañazo más en las piernas, en los brazos, en la cabeza, que las zarzas estas superan nuestra altura. 

Andamos desperdigados…por un lado Marín, Lalo, Saul, Tobit, un poco más lejos Manu y Gelu, buscando una salida al laberinto de pinchos, a nuestra derecha escuchamos los lamentos de Edu y Barquín, ¿y de Blas?, de Blas no se sabe nada, la última vez que le escuchamos, hace ya media hora larga, descendía por el monte tirando de su bicicleta, recuerdos de sus tiempos de paisano y medio.
-“Pues el camino está muy cerca, casi al lado, mirad, mirad…” pronuncia Pepe, pero no le escuchamos, no le miramos, no sea que vea nuestro ojos asesinos, fraticidas…

Estamos exhaustos, no podemos movernos ni para separarnos de estas espinas que nos torturan; para mas INRI, el monte esta arado en bancales y entre uno y otro hay taludes de ¡dos metros!, por los que rodamos uno tras otro.

A todo esto recuperamos a Juan, se le oye por el megáfono -“he caído en un agujero!!!” vocea el infeliz, nos miramos en silencio unos a otros…”cualquiera baja a buscarlo si ni se le ve, …¿decimos que se perdió y que no lo encontramos? “ Se oye por lo bajini. –“¿Llevaba comida con él?, se interesa otro…
-“Ya salí del pozo!!”, consuela el dietista, evitando su propia perdición y la de sus compañeros. 
El geólogo indaga rápido, ha sorprendido una mirada oscura de uno de los emboscados y teme por su futuro cercano…- ¿ves el camino?, a lo que el mocetón responde -“siiii, a lo leeejos!!!, su eco se pierde en el valle a la vez que nuestras esperanzas se difuminan en un bosque de púas y pinchos.
Se toma la decisión de abandonar a Blas en su descenso y retornar hasta Arquillina, donde se veía la comarcal. 
Ahora hay que trepar los bancales que descendimos antes, con la bicicleta sobre las espaldas, volviendo sobre nuestros pasos, raspándonos de nuevo con estas condenadas zarzas que te desollan, que te enganchan, que te agarran….
De repente, a nuestra derecha, salen coceando de entre los espinos Gelu y Manu, perseguidos por un furioso enjambre de abejas, que se dan por contentas tras asestarles un par de aguijonazos a cada uno. El resto continuamos con el duro ascenso, será otra hora más hasta poder montar y despedirse del condenado monte…LA CUESTA se llamaba el funesto lugar.

Llevamos ya seis horas de ruta, desde Soto de Luiña, lugar de partida hace ya una eternidad.
Había diseñado el geólogo una excursión, suave, como todas las suyas, de unos cuarenta y pocos kilómetros con otros 1800 metros de desnivel. Poca ropa, como sueles decir con la boca torcida mientras empaquetas la mochila. 
Pero a las rutas de este taimado individuo hay que acudir con una buena reserva de geles y otros potenciadores energéticos, porque se sabe cuando empiezan pero no cuando finalizan.
La propuesta partía de la villa citada, en una mañana fresca y húmeda, y la definían tres lugares: Brañaseca, Lendepeña y Arquillina, sencillo ¿verdad?. La realidad es que a la primera no llegamos y a la segunda tampoco, que pegaban tiros, aunque, para compensar, por la tercera pasamos dos veces, una de ida y otra...de vuelta.
Pero allá partíamos, contentos y entretenidos, en dirección al monte Corollos: Se presentaban a la llamada los señores Blas, Lalo, Barquín, Arguelles, Manu, Gelu, Edu, el diplomado Tobit con su resplandeciente nueva montura, el dirigente Marín, y el colista que suscribe.
Ascendía suavemente la ruta por un frondoso pinar en el que Barquín, aburrido, decidía 
pinchar por primera vez. El camino, una vez alcanzada la altura deseada, serpenteaba por la ladera Este de la Sierra del Pumar, dejando atrás al Llan de Cubel y tras unos entretenidos subes y bajas, llegaba a Campo La Bordinga, en solo tres horas!!! (iban 18 kilómetros, creo…pa’ echarse a llorar).
En esta zona crecen los eólicos como setas en castañal; por suerte, estaban al ralentí, o sea que el viento era mínimo y se rodaba, por llano, con facilidad (arranca de allí una sierra, también erizada de ventiladores, denominada Sierra de los Vientos, o sea que soplar…sopla…). Y al fondo del valle, en Lendepeña, restallaban los voladores de la fiesta.
La amplia vereda serpentea por la cresta, acompañando a los cíclopes hasta el cruce de Cerizal y pocas reseñas hubo en la zona: algún que otro resbalón, uno que se echó a 
descansar en cama de matojos, una recua de percherones que hacia como que no nos veía y en la bajada hasta Cerizal, otra de asnos nos observaba con cierta desgana. 
Cerca del cruce, tuvimos que abrir un cierre potentemente electrificado, que hay que ver cómo se las gastan por allí, como sería que con solo dos toques recargué hasta la linterna que había dejado en casa!, todavía tengo los pelos del moño erizados.

Desde Cerizal se desciende con cierta alegría hacia Arquillina, una de las brañas del recorrido, triste lugar con un par de casuchas de pradería, en donde nos encontrábamos de nuevo, dos horas más tarde sedientos y agotados. Suerte que, ahora sí, la carretera secundaria estaba cerca y nos conduciría a Arcallana, villa en la que ya reposaba el bienhallado Blas, a salvo de espinos y hondonadas.

Es Arcallana aldea limpia y sencilla, pero sin bares ni chigres en qué tomar ni un triste café. Dadas las horas y la ruta que faltaba, hubo un corto debate sobre la posibilidad de acortar la misma por carretera, decisión que tomaron los cansados Gelu y Manu, que abandonaron la grupeta entre cacareos gallináceos y suelta de plumón, que no pluma.
El resto, hombre hechos y derechos como Dios manda, de los de pelo en pecho y algunos hasta en la espalda, tomamos el camino de Cabornín, una seca y áspera rampa de dos kilómetros (los medí metro a metro, centímetro a centimetro…) en los que faltaban piñones grandes y sobraban todos los pequeños, (Pau…vuelve!!!, o préstame el 42)).
Una vez arriba, en terrenos de falso llano, y variados recubrimientos, ora hierba, ora tierra, ¡hasta balastro de ferrocarril encontramos!, la ruta hollaba el camino de Santiago en dirección contraria y se cresteaba una parte de la Sierra de Troncedo, hasta casi su final a las alturas de Pandiello. 


Y había que descender, pues llegaba la noche.
Tras unos momentos de duda, con el camino atravesado de troncos en su parte inicial, dimos en proseguir, enviando al veloz Edu en vanguardia de las fuerzas (bueno fuerzas, fuerzas… pocas) de la tropa mejor dicho, y a este que escribe intentando no perderle de vista…en mala hora lo decidí: a unos metros del final, un tronco menudo pero muy mal encarado, nos hacia una fea maña a la bicicleta y a mi, de la que ando cojeando todavía. 

La trocha se perdía en la espesura y voceamos a un morador de la zona por la mejor bajada, indicando este que era mejor tirarse por la escollera del tren, cosa que
hicimos algunos pocos, los demás, aburridos ellos, fueron a pelearse con unas zarzas de la zona.
Estábamos ya en el valle, en Casa Paciencia, qué bonico nombre. 
A partir de aquí, y hasta Soto de Luiña la senda se convertía en un paseo fluvial bien húmedo, con sus puentes de madera recubiertos de sugerente pátina verdinesca que hacían, a todos, aflojar la marcha y a Edu echar culo a tierra.
Y rematábamos la excursión con las últimas luces, y unas buenas cervezas en un chigre (ahora sí), de la villa.

¿Y de los vaqueiros, que fue de ellos, visteis alguno?,
¿A quien?, ¿A ese grupo étnico y social, caracterizado, por su condición de trashumante, a “alzar“ su morada y pertenencias y trasladarlas a las brañas de arriba en verano o a las del valle en invierno, juntamente con sus ganados? ¿También conocidos por sus censos de población siempre indefinidos, y por su independencia frente al pago de impuestos y oficios religiosos? (eran otros tiempos, que no estaba Montoro in vigilando).
Pues mira tú por dónde, Jeremías, ¡si esta definición se ajusta casi como un guante a los Pelayos!: somos un grupo (algunos dirían una banda) que cada dos por tres cogemos nuestras ganaderías y nos desplazamos también a las brañas, que casi nunca sabemos quién se presenta a las excursiones, al que los sedentarios, aldeanos o no, miran con recelo, y que practicamos una cierta endogamia grupal, identificándonos entre nosotros por nuestros atuendos y monturas... ¿seremos Vaqueiros también?


COLOFÓN
Si no estás fuerte, como Hércules u Odín, sufrirás en las rutas del licenciado Marín,
pero si lo que quieres de verdad es disfrutar, ninguna ruta del fiero geólogo debes evitar.

martes, 29 de septiembre de 2015

XXVI LA e-TRAVESIA!!

-“¡¡¡ULTRAJADOS, HUMILLADOS, DIFAMADOS…DESHONRADOS!!!…seremos el hazmerreír de todas las iglesias!!!...esto es un es-cán-da-lo…es un escán-dalo…es-can (♫♫♫♫)…coff…coff…coff….””
Han pasado unos cuantos años pero el cardenal-presbítero Peinador sigue manteniendo su genio…su birreta vuela, en estos momentos, hacia la pared, espantando un par de murciélagos que dormitaban en la oscuridad.
-“Jamás se ha visto cosa así en toda la historia de esta cofradía…PERJURO!!!, IMPÍO!!!...”
A su lado, aguanta la descarga de artillería el diácono Patricio, ya liberado de sus tareas monacales y que corre a recoger la gorreta de su superior…
-“Eminencia, eminencia…calmar vuestra ira, os lo ruego, ya sabíamos que esto iba a suceder, era cosa de días…el finado era reo de sus mas bajos apetitos tiempo atrás…su disposición a …”
-“Le voy a dar yo disposición a ese infiel…de las buenas…una cosa es mantener el asunto en los límites de la hermandad, pero mostrarlo a todo el mundo…y, además, presumir de ello…”
Peinador, que a duras penas sujeta su furia, retuerce el bonete hasta convertirlo en un zurullo…su mente viaja a aquellos buenos tiempos inquisitoriales, cuando el castigo era ejemplar y…concluyente.
…-“¿Y donde están ahora nuestros fieles?…si se puede saber”..
-“Se aproximan por el camino directo, señor, vienen un poco perjudicados”. 
–“Que vayan pasando en silencio, luego hablaré con ellos. ¿Quién es nuestro informador?” Indaga el cardenal…Patricio se apresura a leer un billete que saca de su refajo: -“Un joven fraile, eminencia, recién llegado a la congregación desde las colonias, está un poco bisoño todavía pero creemos que es de fiar y tiene ciertas dotes de organización…asistió a parte de la procesión aunque  su testimonio abarca las dos jornadas”. –“Bien…bien...hagámosle pasar”
Entra en la estancia el joven hermano, cojeando por cierto, y algunos apagados quejidos de dolor
resuenan por debajo de su capa. Es algo cano de pelo y menguado de carnes, pero sus ojos se mueven sin parar de un lado a otro, al igual que sus nerviosas manos. Oculta sus facciones bajo el capuz de su hábito, y es la suya una voz sosegada, oscura…sibilina:
-“Buenosss diasss…eminencia”, susurra...
Peinador se yergue con solemnidad, los pulgares dentro del cíngulo que estrecha la rotunda cintura…su presencia llena toda la sala…
-“Tenemos entendido que disponéis de cierta información para con nos, hermano Rolán”, atrona resuelto.
El encapuchado asiente con la capucha a la par que observa lo que le rodea, su mirada se detiene por unos instantes en un ropero de la esquina…-“Siiii su Grandeza…todo lo que necesitéisss…”
-“Pues contad…contad…no os calléis nada…queremos saber todo lo acaecido en esos dos aciagos días” inquiere, con el gesto serio, Peinador. -“Tomaremos clara nota de ello”, aclara, mirando al hermano Patricio, que se encuentra alisando, con sumo cuidado, los pliegues de su sotana
El encapuchado se ajusta el cordón del hábito, con un gesto de pesar que no pasa desapercibido al alto prefecto y saca de sus ropajes un librillo que abre con gran devoción, comenzando a leer sus apuntes:
-”El primer día la peregrinación constaba de unas 15 leguas, ilustrísima, unos 60 kilómetros de ahora, por terrenos del antiguo camino de la Mesa, que sigue el antiguo y sinuoso trazado romano hasta el pueblo de Bandujo. Partiendo de la aldea de Torrestio, nuestros hermanos carbayones
diseñaron una ruta en franco descenso hacia Teverga, pero lo de descenso no era tal, no…Ya en las primeras leguas, la dureza de las rampas hacia que todos los hermanos nos quedáramos a la cola de la procesión, exceptuando al monaguillo Diego, que se adelantaría con otros de su escuela. Aún así, tiraban del grupo los hermanos Moya y Tamargo, seguidos de cerca por el dúo decano Zarate-Mancha. A continuación, y según mis pesquisas, seguían la marcha Sor Eva y su paladín Arguelles y cerrando la comitiva Fray Paulino y el abate Echevarría…”
Al oír este último nombre, el cardenal no reprime un gesto de irritación que despide un par de botones de su más que apretada casulla.
-“Mi señor”, interrumpe Patricio, -“están llegando los primeros: doña Eva y su valedor, don Saúl de las Angustias”
-“Ah, la hermana Eva…grácil sostén de la higiene y la pulcritud, digna representante de la pureza de esta casa!!, exclama orgulloso el alto eclesiástico, -"que pasen, que pasen…"
La fémina hace su entrada en la sala, es el suyo un aspecto calamitoso y desastrado, manchurrones de barro ascienden por sus perneras y sus brazos, confundiendo el azul de su hábito con un uniforme de campaña militar; su otrora delicada melena luce ahora llena de enredos y guedejas y su faz refleja un cansancio exacerbado. Apoya sus vacilantes pasos en una especie de bastón menudo y enclenque. A su lado renquea un triste y avergonzado fraile Arguelles, que luce una abertura en su trasera por la que resaltan sus carnes rosadas y virginales; también, por un motivo desconocido, lleva una sábana bajera enrollada al pescuezo, como algún tipo de promesa o recordatorio. Ambos, tras hacer un sentido
saludo, se retiran a una esquina del salón, arrastrando sus sandalias
El gesto de estupor del cardenal es interrumpido por la declaración del espía que sigue leyendo sus notas a la vez que tacha dos nombres de la lista…sus hábiles dedos ya han tanteado la cerradura del taquillón.
-“…El sendero se hacía cansino y demoledor, con infinidad de rampas cortas y duras que retrasaban la comitiva, por lo que a la altura de los puertos de Marabio, y dado que se echaba encima la hora, se decidió que los más veloces y preparados continuaran la peregrinación mientras que el resto se replegaría a velar fuerzas para la siguiente jornada…"
-“¿Quiénes se replegaron a velar fuerzas?…¿sabéis sus nombres acaso? no los calléis, os lo ruego…”
La pregunta gotea maldad hasta por las comas, pero el clérigo responde inocente:
-“Pues sí", consulta los datos el gestor…-"los dos aquí presentes, Doña Eva y su adalid y los hermanos del Real y Echevarría”
-“Seguid, seguid…”,apunta don Peinador tomando nota de los nombres en un volante de su jubón.
-“A partir de aquí aunque solo distaban unas pocas leguas, los peligros acechaban en cada recodo, la senda se inclinaba y se hacía resbaladiza. La zona de Bandujo fue con mucho la peor, las caídas se sucedían sin parar: un fraile gallego hubo de ser socorrido al descosérsele la tripa un par de dedos, nuestro hermano Mancha daba con sus posaderas en piedra y fray Zarate se iba contra un bardial de tan mala manera que casi deja los aparejos en el lance”
-“Cuide su lenguaje Rolán, recuerde sus votos” Ataja Peinador frunciendo el ceño.
-“Precisamente llegan aquí los dos citados, señoría”, interrumpe el diácono Patricio, que aparta con gesto coqueto unas migajas de su estola.
Hacen su entrada los curtidos padres Zarate y Mancha; el riojano parece haber sufrido el ataque de una jauría de gatos: los harapos de su pantalón dan muestra de ello, si no fuera por un trapizuelo que lleva en los bajos, enseñaría las vergüenzas a toda la concurrencia. Tras él viene el escribano, que camina con las piernas abiertas como si llevara un caballo debajo, entre evidentes gestos de resquemor inguinal.
Peinador no sale de su asombro y pierde, por un momento, el hilo del relato del delator, que sigue tildando nombres en su cuaderno.
-“Perdón eminencia…el caso es que aquello fue una debacle. En tan solo 4 leguas (unos 20 kilometrillos), la diferencia respecto a los retirados en Marabio ascendió a tres horas!!! Hasta los avezados Tamargo y Moya tuvieron problemas para mantener la estabilidad. Al final, tras recorrer otras dos leguas largas en ascenso, los cuatro avanzados llegarían a San Martín de Teverga donde aguardaban ya sus compañeros de cuadrilla, bien reposados e hidratados.  Luego de aviarse los atuendos, la agrupación pasaría a la fonda contratada para una frugal cena, tras la cual todos se recogerían a descansar en sus aposentos…”
El puñetazo encima del escritorio es demoledor, cuatro o cinco botones mas huyen despavoridos de sus ojales, mientras que el confidente da un salto hacía atrás tropezando con el ropero ya abierto.
-“¿Qué se recogieron todos?..¡¡Ja!, ¿a descansar? ¡¡Ja!...¿sabéis o conocéis por donde anduvo el tal abate “Chavarría” en tardías horas??...¡¡responded presto!!
Rolan duda, el filo de una navaja es más ancho que la línea en la que se encuentra ahora mismo ahora mismo, a un lado excomunión, por el otro expulsión de la abadía…
-“Bueno…”, -“”duda , lo cierto es que según mis fuentes, el abad acudió a la llamada de unos conocidos, nada raro para quien lo trate, tal es su disposición a hacer acólitos que a veces pierde la noción del tiempo…
-“¡¡Tiempo es lo que me falta a mi para meter a ese malandrín en vereda!!!. ¿Supongo que no llegaría cansado a San Martín, no es así?”  
–“...pues, la verdad es que cuando  me incorpore a la comitiva, al anochecer del sábado, no se le veía muy cansado, no. Quizás fuera debido a su entrenamiento superior...”
“…¿Superior?!!!, superior en quéee!!”…el rugido del cardenal arranca la capucha al padre delator. –“¿en capacidad de llenado?...esto es el colmo, hasta altas horas de la madrugada de juerga…y jactándose de ello!!, ¿ no dicen nada vuestras cuentas de esto??
La sangre hereje del joven neerlander se amosca un poco, que no anduvieron sus vecinos antepasados  a trabucazos con las huestes españolas como para tolerar tal trato desdeñoso…hasta ahí podíamos llegar…
-“Su Señoría yerra, que anotada está la ausencia del prójimo en cuestión, pero no su causa, pues tal no era de mi incumbencia”, asienta con voz seria y cautelosa…
-“Dejemos eso para luego, reanude el informe”, la tensión ha hecho que los comensales del fondo queden con el bocado a medias…
-“Hummm…el segundo día amanecía con bastantes abandonos de los hermanos, ya fuera por agotamiento o lesiones varias, en nuestro caso...”
-“Otro que llega cardenal”, avisa Patricio como al descuido. Todos se giran al portalón, por el que asoma la corpulencia de Fray Paulino; este entra despreocupado, algo habitual en él, por otro lado; no se le aprecia cansancio o daño alguno y, tras un ligero saludo, se encomienda a una mesa del fondo donde aguardan unas vituallas de las que se sirve con su habitual flema.
-“Siga Rolán, siga,  no desfallezca”…El requerido, que se haya curioseando entre los ropones del armario, dice desde su interior…
-“La ruta comenzaba con una empinada senda de unas cuatro leguas donde cada uno hacia lo que buenamente podía...”
-“Entiendo que nuestra escuadra ¿se dispersó un pocooo?” El arrastrar de las letras pone en guardia al padre descapuchado, que retrasa su mano a la espalda, donde oculta una pequeña daga. –“Como haya dudas de nuevo, habemus escabechina, ¡Kut!” piensa el apóstata, mientras comprueba colores y tallas del muestrario..
-“Pues así fue, formamos varios grupos en relación a nuestra disposición. Aunque contábamos con el capacitado padre Navarro que ayudaría a la hermana Eva a superar aquellas horribles rampas sin apenas contratiempos, el resto hacíamos lo que podíamos: tan fuerte era la inclinación que nuestro joven monaguillo tuvo que abandonar al quedarse sin energías”.
-“Disculpado está, tiempo tendrá para afrontar estas pruebas…pero, ¿qué me decís del abad Echevarría?… ¿qué me podéis contar de él?
-“Un portento eminencia, un portento, se adelantó a toda la escuadra casi sin despeinarse, nadie pudo aguantar su ritmo. Y el caso es que el bueno del pater casi ni sudaba, solamente un tenue zumbido surgía de su montura…que era una cosa normal, explicaba a los que se interesaban, según los iba dejando atrás…No hubo forma de alcanzar su estela hasta la aldea de La Focella, donde ya desfallecía algo, la verdad…”
Ya quedan pocos botones en el manto y en su lugar es el bonete el que sale disparado de nuevo, aterrizando en la nuca del padre Paulino, que lo recoge mientras engulle unas cuantas costillas asadas.
-“¡A ese lo voy a desfallecer yo cuando lo pille!!” brama el prefecto religioso…¡¡¡Y encima gallardeando de ello!!!...
-“¡Padre, padre, conteneos, pensar en vuestra salud!”, avisa el diácono de compañía mientras quita un par de churretones de grasa de la boina. –“Mirad, mirad, por ahí llega el joven escolano”.
Entra en la sala el reservado juvenil, que se acerca a la mesa a coger un vaso de agua y una oliva…
-“No me distraigáis Patricio, que no habrá impunidad alguna en los hechos. Ni aunque entrara de rodillas en esta sala, obtendría la indulgencia por sus pecados!!!...¡¡ROLAN!!!.El citado, que está probándose una sotana carmesí del fondo del aparador, da un respingo y retoma la lectura…
-“..si las rampas habían sido malas, peor fueron las bajadas, mi señor: la zona de Las Navariegas, con unas piedras inmensas que torturaban a monturas y jinetes, fueron un peligro continuo. Por un lado el precipicio y por el otro los espinos. De nuestra escuadra contados fueron los que lograron vencerlas: el sonriente Moya, don Agustín el Capaz y Arguelles el Triste…el resto deambularon con más miedo que dolor por aquel pedrazal…”
Se abre la puerta en este momento, en el umbral están precisamente el trío citado, los dos últimos traen en parihuelas al de la perilla, cuya rodilla derecha asemeja a una calabaza…por el tamaño…
-"¡AY, AY, AAAYYY!!” dice quejumbroso el lisiado…
La puerta se cierra pero un sonido se oye a lo lejos, un eco que rebota entre las paredes, es algo parecido a una melodía pegadiza y sonora.
-“Bueno, pues parece que ya están todos, solo falta el prior Echevarría, esperemos que su remordimiento  haya provocado un acto de contrición por sus pecados…
La melodía está más cercana, ahora se ve claro que debe ser un canto de los monjes cercanos, pero con ciertos giros musicales nada usuales…
Ante el desconcierto general, el portalón se abre y deja paso a dos figuras que entran abrazadas, es el suyo un caminar desconcertante, de cada dos pasos que dan uno es para atrás...
En cuanto dejan atrás las sombras del zaguán, se aclara su identidad: Se trata del célebre abate Echevarría y del no menos famoso eclesiástico don Nespral el Acompañante; la copla se escucha con claridad, que los dos van sobrados de voz…

Hoy para mí, es un día especial,
hoy saldré por la noche,
podré vivir, lo que el mundo nos da,
cuando el sol ya se esconde,
podré cantar, una dulce canción,
a la luz de la luna
y acariciar y besar a mi amor,l cariño que
como no lo hice nunca.
El rechinar de dientes del cardenal no es capaz de acallar los cánticos, ni aun cuando comprueba que los esquinados del festín comienzan a mover sus maltrechos cuerpo al son de la música…Moya, Tamargo, Navarro, Zarate, Del Real, Mancha…todos van cayendo en las garras de los filarmónicos...¡hasta el mohíno Arguelles inicia un baile con sor Eva…!

Y sigue la sonata, que Echevarría, al comprobar el clamor, se viene arriba…

¿Qué pasará, qué misterio habrá?,
puede ser mi gran noche
y al despertar, ya mi vida sabrá,
algo que no conoce.
Yay, yay, yay, yay,
yaylalalaralalay, yalalalaralayla.
Yay, yay, yay, yay,
yaylalalaralalay, yalalalaralayla...



Agradecimientos: a todos los miembros del Club Asturcón por el cuidado y el cariño con que tratan, año tras año a los sufridos participantes y el empeño que ponen en planificar unas rutas tan extraordinarias
¡Va por ustedes señores, Enhorabuena!!!

Y por supuesto a Raphael, sin cuya banda sonora esta historia no sería la misma

martes, 7 de julio de 2015

XXII VCG ORGULLO Y PASION

(No, no voy a hablar de Sofia Loren, no...)))

Los datos tienden a ser fríos, carentes de alma, de corazón, ¡de riñones!…, si nos atenemos a ellos, la XXII Vuelta al Concejo de Gijón se resumiría en 250 participantes, 63 kilómetros, 2200 metros de desnivel positivo, 27 ºC y una humedad del 70 %; humildes guarismos que, a duras penas consiguen una mueca del corresponsal novato. 
Solo cuando el cronista llega a uno de ellos, el que indica el tiempo que tardaron en agotarse las plazas ¡44 horas!, comienza a formarse una idea de lo atractiva que es la ruta en sí para los participantes.
Pero ninguno de los numéricos anteriores hacen referencia al esfuerzo e ilusión, al orgullo y la pasión de toda una Peña ciclista, empeñada en organizar una ruta que, dado lo visto, es bastante apreciada entre  la comunidad deportiva.
Son esos integrantes los que logran, a base de patearse y rodar kilómetros y kilómetros de desniveles y
caminos, sendas y barrancos, configurar la Vuelta al concejo gijonés, mas playa que nunca al no incursionar por ninguno de los concejos vecinos; cosas de la política, mire usted, que tal parece que nos gobierna la troika esa.
Pero dejémonos de negociaciones y referéndums, que vamos bien surtidos esta temporada.
Ya van 22 ocasiones en las que los persistentes individuos, a costa de sufrir pinchazos, mordeduras, caídas, pérdidas de material, broncas de celosos agricultores, de abandonadas esposas, de fieles mascotas, etc, consiguen presentar una ruta más que agradable al resto de aficionados al pedal.
¡Y es tal la dedicación de estos prójimos que en sus ratos libres hasta aprovechan para segar y desbrozar las veredas abandonadas!, ahora que cada vez quedan menos paisanos por los pueblos, y las vacas andan por mejores pastos.

Por supuesto, tal hornada de fulanos, veterana ya, con las velas de los cumpleaños cayéndose, por falta de espacio, de las tartas!!, venía comandada por el feroz geólogo y lingüista don Marín, que en esta ocasión, y merced a los buenos consejos de su sabia y santa consorte, ejercería la dirección de la Vuelta desde un cómodo automóvil.
El otrora director ejecutivo, Echevarría, convertido a la religión eléctrica, castigaría a los ciclistas a pie de pistas, no ya con sus repetitivos sermones, si no con la sobrada capacidad de tracción de su…
motor Bosch de 250 W!!!.
Hubo rumores de intento de sabotaje de la funesta máquina durante el almuerzo en Peñaferruz, pero el dirigente, ladino él, supo esconder bien el maléfico artilugio.
Y no olvidemos al diseñador galaico contratado para la ocasión, de cuyas manos salio tanto el cartel como las camisetas, una joya este Nando "endurolite".
El resto de correligionarios, cinco buenas docenas, contando a los moteros Julián y Madrazo, cada uno con su personalidad: la impetuosa y adolescente del primero por la pausada y segura del segundo, y a los
acompañantes motorizados, el Presi, Rubén, los Paulinos, Barquin, Nacho, (no digo más que luego todo se sabe…), todos pondrían, su granito de arena acompañando a los jinetes y marcando los cruces y zonas peligrosas.
Al igual que en años anteriores, el Patronato aportaba su presencia a la marcha, que para algo patrocina la misma y  también colaboraban el Seprona con sus motos, Protección Civil, Cruz Roja, los moteros amigos y la siempre eficaz Úrsula, a cargo de las penas mecánicas.
Y si es importante la presencia de todos estos organismos, no lo es menos la compañía de todos los amigos y conocidos que año tras año participan en la ruta, gracias a cuyo apoyo se nos hace menos duro lidiar con las cuestas, con la lluvia, con el barro, con las alambradas, con las sendas perdidas, en fin, con todos los acaeceres que nos trae la organización de la VCG.
Y el calor…ese calor sofocante y pegajoso, playu por supuesto, ese también nos acompañó durante toda la jornada, asfixiándonos en las rampas, quemándonos en los descensos, fatigándonos en…todos los sitios…¡¡corcholis!! (horario escolar).   
No hubo Nordeste que mitigara el bochorno reinante, a lo sumo una ligera brisa en la zona del Picu El Sol, lugar de desayuno esta vez, que calmó algo el ardor veraniego.
No se sabe si por la temperatura reinante, harto elevada, o por que los deportistas cada año están más preparados, la procesión volaba por los montes como si todos portaran batería de Iones de Litio; Exceptuando al grupo de cola que atajaba oportunamente con los demorados en la marcha, se alcanzaba el almuerzo con una hora de adelanto sobre otras ediciones. 
Lo de la preparación se constataba al ver pasar la cabeza de carrera, liderada por Ramón y a cuya zaga y
rebufo iba un grupo de lebreles de esos que no pierden el tiempo ni en mirar las señales.
Cierto es que con seguir al leones ya les valía…se quejaba el veterano de dolores en su cadera…pues vaya, si no los llega a tener le da tiempo a acudir al inicio del Tour…¡¡en bicicleta!!! Por cierto, que se iniciaba el mismo día…que acontecimiento histórico planetario, que dijo alguien...perdonar, perdonar, es la calima…
Tan veloz se iba que Yoli, Josmar y Marce, recién escapados de sus trabajos los primeros y de Benidorm el tercero, no lograban enlazar con la marcha hasta las cercanías de Serín, y eso que el moreno boticario rodaba en montura nueva, cosa que siempre anima la autoestima a la par que entristece la cartera.
El que si enlazaba en la comida era el tardío Gordejuela, con cierto pesar resacoso de la víspera anterior, fruto de un festejo marital hasta horas intempestivas. Pero el largo banquero tiene buenos genes y tras
endosarse un café cargado, recuperaba fuerzas en segundos
Eran momentos ya de cercanía a la meta, con el único inconveniente del ascenso al Monte Areo, siempre duro y fatigoso, hágase por donde se haga. En esta ocasión no iba a ser menos, con un par de buenas y largas rampas donde la mayoría de las monturas subieron acompañadas de sus dueños…de la mano.
El Monte reservaba todavía unos estrechos senderos que depositaban a los ciclistas ya en Veriña, desde donde se iniciaba el tranquilo desfile por las calles de Gijón para alcanzar La Mestas de nuevo y con ello la entrega de trofeos.
  


 Y con los mejores deseos de rutas y pedaladas para todos, esperamos veros, a todos, de nuevo el año que viene, será la 23 ª.
  
PUNTOS A MEJORAR PARA EL AÑO QUE VIENE…
1º- Que no se nos vea a todos juntos en el bar, hay que ir de pocos en pocos…nada de café con gotas que aquello olía a whiskeria
2º- Averiguar donde guarda Juanjo el cargador
3º-Cuando Pepe diga que la vuelta parece algo corta, que nadie diga nada, que la liamos.
4º-Si da la casualidad, funesta para el que esté cerca, de que Pedro Pablo se enfade, es conveniente apagar los walkies durante la descarga de artilleria.

5º- Hay que conocerse bien el recorrido, no vayamos a enviar a los colistas por algún camino sin salida…no miro a nadie…que no suda en las cuestaaas…que solía ir en cocheee…que ahora va en eeeee...bike
6º- Y por último y muy-muy importante, después de la cena, esconderle el micrófono a Felix y el futbolín a Alejandro!!!

jueves, 21 de mayo de 2015

ENCOROZADOS!!!

El ambiente está cargado en la oscura mazmorra, al olor acre y salado de los condenados se une el de la humedad de las viejas piedras que conforman la misma. Una pequeña saetera en la pared deja pasar un nítido rayo de claridad que muestra el estado de los acusados.
Estos son tres y se hallan desperdigados por la celda sin orden ni concierto, barruntando sin duda la seriedad de sus pecados e imaginando, temerosos, la magnitud de los castigos a los que se enfrentan.
De los tres, solo uno, el de la culpa más grave: herejía y apostasía de la sagrada fe, lo que normalmente apareja chamusquina general, se halla esposado a la pared; los otros dos, aunque engrilletados, tienen cierta libertad de movimientos.
Se trata de los milicianos Varas, compacto y  discreto, que se halla como privado de voz, buscándose perdido entre su propio yo y el camino que lo rodea y del derrumbado y exhausto Blas de Road, a quien han tenido que introducir, en parihuelas, un par de estirados alguaciles.

Anda el citado hombrón venido a menos, exhalando suspiros de forma grave y ostentosa, Ay, Ay, Ay de mi, resuella por lo bajini.
No están los reos muy magullados, salvo algunos chirlos en la cabeza, y arañones en las piernas, se hallan en un estado de salud más que decente lo que es mucho decir, dadas las circunstancias de su encierro.
Lo que no sospechan, ni por asomo, es que a unas varas de allí, en una sala pareja, aunque con mejor disposición y tamaño declara en esos momentos su delator acusica.
Es el joven tamborilero Arguelles, de espíritu algo vocinglero y dado a las bravuconadas pero que en estos momentos anda que no le llega el jubón a la gola. Frente a él, en la sala, se han presentado tres siniestros personajes, lo que juntamente al esbirro que se halla a su espalda, hombre alto y circunspecto, hacen cuatro para su persona, demasiados gatos para este pez, piensa el mancebo.
Está el proceso presidido por el Diácono don Marín de Barcaiztegui, temeroso hombre de Dios y preciso estratega militar, que se halla de pie, totalmente vestido con ropones negros e imposibilitado de sentarse por una vergonzosa lesión doméstica. A su derecha siéntase el no menos conocido Don Ramón de la Vera Lisa, cuyo serio y recio gesto impone respeto y pavor, y a la siniestra del inquisidor, acomódase también el licenciado Don Manuel de la Barca Chica, de mirada certera y peligrosa que ejercerá de pendolista, una suerte de secretario judicial, vaya, en el acto; de hecho, se le oye rasguear los pliegos anotando cifras y derroteros…-“9,36 leguas recorridas a una media de legua y media a la hora,… 28 jinetes y una doncella...”
Al fondo de la sala se escucha el rumor de las más de treinta almas, es una vista pública, entre compañeros de milicia, propias de algunos de ellos y chiquillería en general, que comentan en voz baja el desarrollo del juicio.
Cumplidos trámites de nombre y filiación, que apunta presuroso el de los lápices, comienzan los aprietos para el paje.
Es el fraile de la Vera, el que estrecha el cerco. ¿No es cierto que el encausado de la Vara desertó de la procesión y encaminó sus pasos hacia los montes Lucenses, descarriando a algunos de sus camaradas de facción, entre los cuales os encontrabais??, el de Caldones traga saliva aunque más bien lo intenta, la boca está seca como estopa de plomero-"Bueno señoría, es verdad que …", -"¿Y no es menos cierto que el tal Rubén hizo caso omiso de las advertencias de sus hermanos de fe para que volviera a las filas de esta su congregación?", no ceja el fiscal en el intento. -“ no hubo descarrío alguno su señoría, si acaso mero extravío sin mayor perjuicio que un ligero retraso”, el joven recupera algo el resuello, aunque de repente, desde su trasera, le cae un pescozón en la colleja que le deja un poco lelo –“esas infulas,
aprendiz.” advierte el gastador de su espalda, Guardado para mas señas. –“El primero esta cazado Ilustrísima”, asienta de La Vera mirando hacia Barcaiztegui, que ya ha intentado, sin éxito y con gesto dolorido, sentarse en la banqueta. -"Aconsejo 200 buenos zurriagazos con buena caña de medir curvas y señales, a fin de que expíe sus culpas y se lo piense dos veces más antes de pecar de nuevo".
-"En cuanto al segundo, ese tal Blas, que no hace sino lloriquear…Ay mi…Ay de mi…Son conocidos sus Delitos de Quebranto del Ayuno, Cisma de la Fe y el más grave de ellos: Proposición Temeraria y Acompañamiento de Herejes, ¿tenéis algo que decir del citado?", inquiere hacía el quejumbroso -”Bueno, su merced, si acaso el teniente Blas acompañó a ciertos herejes, fue sin ánimo de infringir ninguna dogmática de la fe, solamente se consideró en buena forma….” '''¡¡SILENCIO!!, brama áspero el de Audanzas, -“ese individuo cada vez se aparta más de las verdaderas creencias, se le ha visto solo o en compañía de otros renegados por pulidos caminos, no hay lugar para su redención”. -"Será necesaria una pena mínima de galeras forzadas y ayuno durante veinte días, Excelentísima". -"¿Y si reincide?" Esta vez es la voz del principal la que se oye, mientras intenta sentarse en el quicio de la silla, con gran gesto de dolor…es la suya una voz atiplada, como si algo le estrujara la garganta, advierte el pubescente Arguelles, pero no por ello deja de infligir aún mas recelo…”si reincide…será destituido de su montura, de esa delgada y escuálida con la que tanto gusta
cohabitar…” remata estas palabras el coadjutor con una pérfida sonrisa que hace temblar, ya sin remedio, al medroso doncel. –“En cuanto a vos…, aunque joven, no son pocos los delitos de que se os inculpa”-se coloca los óculos para leer unos legajos que tiene delante: -" Adivinanzas y hechicerías, practicas de ciencias paganas y la más grave de las que tiene conciencia este tribunal, la Invocación de demonios, brujerías y ensalmos, acaecida esta en vuestra aparatosa caída durante la procesión de la sierra. ¿tenéis algo que decir?, -“Mi señor”, gime Arguelles, doliéndose de un costado, aquel donde dio en caer al saltar de la grupa de su montura –“ no me constan esos hechos, toda vez que quedé sin voz, sin fuerzas y casi hasta sin aparejos en aquella caída, tan de cerca ví el final que si no llega a ser por mis compañeros, dudo que hubiera sido yo mismo de nuevo, ¡AY!. El quejido no es por recordar la trompada, que el siniestro carcelero le ha atizado de nuevo…-“Más respeto zagal”.
-"En cuanto al tercero de los inculpados", declama el tribuno, -"No se ha hallado ningún resquicio que empañe su culpa, su pecado es de tamaña gravedad que no admite ninguna discusión ni defensa: Apostasía de la fe; apostasía de la verdadera religión y prácticas probadas de hechicerías. ¡Que entre el acusado!".
Las puertas se abren, y ante la expectación de la plebe aparece el penitente; El individuo, hombre ya entrado en años, rotundo de formas y de pelo corto y bermejo, ingresa en el auditorio de forma orgullosa, a pesar  de lucir una buena coroza azul y un Sambenito en el que predominan las llamas y los rayos pintados.
Para mas inri, tiene la boca sellada con unos trapos oscuros y sucios. 
Se permite mirar a la concurrencia con no poca presunción e incluso atina a guiñar el ojo a una joven doncella que está en las primeras filas. –“¿Veis mi señor, no solamente no se arrepiente de su pecado si no que goza del mismo, no hay ningún arrepentimiento por su parte; mucho nos tememos que si no se hace feroz escarmiento, arrastre a otros infelices a su perdición!!!, Es más, intentaba convencer a uno de los alguaciles de la bondad de su hechicería, de ahí la mordaza…”.Este penitente ha galleado de su posesión durante toda la vista y en ningún momento hubo intento de retractación por parte del reo"".
A todas estas, el citado reo se ha acercado hasta donde reposa su cabalgadura. Es esta una suerte de jumenta fea y desgarbada, con más pinta de rocín que de corcel. 
Sigue el de la Vera ( Ramón, que os perdeis…) con su diatriba, que tiene obnubilados a público y alguaciles…-“ ...es por ello que solicito a este tribunal el más alto castigo para el citado comandante Echevarría: el decomiso de su montura  y la degradación y expulsión inmediata de la órden!!", 
Echevarría, mientras tanto, se ha deshecho de sus grilletes y con sumo cuidado se sube a la jamelga con no poco disimulado orgullo; con la mano diestra toquetea algo en el ramal de la misma y esta responde con un suave zumbido…-"¡¡¡ALGUACILES, DETENER AL REO!! QUE SE FUGAAAyyyy…!!!. Marín se ha dado cuenta y se desgañita con la poca voz que le queda. Al instante arrancan tras el fugitivo los comisarios Mulero y Morís, hombre fuertes y capaces donde los halla, entrenados en la captura y persecución de presos, pero es la suya una batalla perdida; con un golpe de espuela, Echevarría los deja atrás con una facilidad pasmosa, incluso se permite saludar a la concurrencia y reírse abiertamente…-"JEJEJEjjjj...a ahora a León me voy..."..suena por la estancia.
En pocos minutos solo se ve una estela de polvo a lo lejos, mientras los dos comisarios ya regresan sumamente deteriorados.


La sala es un caos: a las voces de los que exigen que se le persiga con todas las huestes posibles se suman las de aquellos que demandan mejoras similares en sus monturas…la cosa está que arde…el acusado Vara ha salido corriendo por una puerta pero era la del balcón y allí se ha quedado dando vueltas; el otro, el barbón, se ha sentado en un rincón y degusta un bocadillo de mortadela con aceitunas…;Marín ha desistido de vocear y dado que no puede sentarse, se cuelga de una percha y de La Vera ha sustituido toga y peluca por arreos de viaje…”a este lo pillo yo se le oye barruntar…si no me paro antes.."

En el año de nuestro señor MMXV, fueron así los hechos y así debo contarlos.

LOS ANCARES EN CORTO

Son los Ancares una zona que no está aquí ni allí,  sino allá: no está en Lugo, ni en Asturias, ni en León, sino en todas ellas y en ninguna. Son montes de lomas redondeadas y tapizadas de coloridos brezos y arbustos similares, surcados por pistas y caminos de fácil rodar pero que te reservan sorpresas en la primera curva que te despistes.
Fue a este lugar donde el mariscal de los mapas y Señor de los mismos convocó a las fuerzas Pelayas el segundo fin de semana de Mayo.
No sin voluntad, que el citado amante de las piedras y de sus mujeres, hollaba esos parajes dos décadas atrás, cuando aún gastaba antiparras de pasta y coleta universitaria o similar, de ahí su conocimiento de la zona, que a algunos ya se nos antoja como cierta clase de neurosis.
El caso es que haciendo oídos sordos a nuestras conciencias e instintos, que nos preveían de los peligros de la escapada, allí nos presentamos 28 ciclistas dispuestos a todo. 
Contábamos entre el grupo desde a llegados de los confines del reino, allí donde nieva hasta de lado, la pareja Lidia-Miguel, hasta la joven doncella Eva, osada y atrevida como ella sola, amén de un par de espontáneos y Gelu, que fiel a su ritmo se incorporaba el mismo sábado.
Algunos, como justificación preventiva, hasta  consintieron en portar señora y chiquillería en general, a fin de preveer reproches posteriores.

Existía también una gran expectación en la fecha, ya que iba a ser la presentación oficial de ese engendro tecnológico, de ese invento demoníaco, de esa aberración de la ciencia, en forma de bicicleta motorizada que el paladín de los colistas, señor Echevarría, había adquirido recientemente…para nuestro pesar, como comprobaríamos más tarde.
El lugar de reunión y cuartel de las tropas fue el Hotel Ambasmestas, en la localidad de igual nombre, un más que cómodo alojamiento con una atención exquisita por parte de su personal, y a lo importante, con una cocina sumamente recomendable…si…el bar también es muy recomendable…golfos!!!
Y sin más, hechas las presentaciones, cenados de trucha entocinada y desayunados a placer, entre peregrinos de pago y tostadas de panchón, partimos a la aventura.
Había preparado el capaz Marín una ruta de unos 50 kilómetros, con un ascenso de 1700 metros, lo que no asusta pero tampoco conforta. La salida se haría desde Cantejeira, ahorrando unos buenos 10 kilómetros de duro ascenso. No hubo mayor complicación en llegar hasta allí, si exceptuamos la de ciertos excursionistas que casi se llegan a Lugo, en busca de buen pulpo, pero eso da para otra historia.
Cantejeira es un pueblo pequeño y empinado donde comienzan las rampas, casi antes de salir. 
Desde los 730 metros se sube a los 1500, calentando bien las piernas….eso los que las calentamos, haciendo buen uso de los músculos que gracias a la naturaleza y a nuestra perseverancia hemos logrado entrenar…por que lo que es el propietario de ese artilugio siniestro y decadente no puede decir lo mismo, no!
Nada más comenzar las primeras cuestas, se colocó en posiciones de cabeza y ya no hubo manera de echarlo de allí, ni siquiera con el auxilio de Fran, Ramón o Fredo, que acabaron cediendo ante el poderío de los watios del maleante.
Los paisajes de la zona, a esa altura, son espectaculares, casi monótonos, que cansamos de ver brezo violeta, pero de una claridad y profundidad que quitan el hipo al más bragado: una vez que se coge altura se ve todo el dominio de Los Ancares de Norte a Sur. 
No hubo grandes retrasos, algo que temía el licenciado, algún que otro pinchazo, algún que otro ajuste menor, algún que otro tornillo perdido, algún que otro porrazo. 
Si, ¿qué excursión que se precie no tiene en su haber alguno de estos pormenores? 
En esta el galardón se lo lleva el cámara oficial de la Peña, Sr. Arguelles, que lo mismo dispara ráfagas certeras con una compacta o graba inolvidables vídeos como era el caso, que en un descenso cómodo, fácil y sin curvas, le da por mirar al tendido mientras la montura se dirigía inexorablemente hacia el abismo (licencia del autor, era un prado inclinado…)…la llamada de auxilio por el walkie hacia presagiar lo peor: -" Juanjo…€¬#@$%...mano…"( fino el tal Saul, que solo llamó al manager…¿no hay aquí iconos de pelotas…??) 
Afortunadamente, no hubo que amputar nada…todo quedó en un susto y unos cuantos rasponazos menores, curados en el acto por el servicial Blas, que desde que está en forma, sube y baja como un ascensor…sin paradas…
Una vez recuperada la jumenta del precipicio y tras unos buenos mimos al torero, que andaba un poco desorejado, las buenas pistas de la zona nos llevarían con cierta comodidad (otro decir…era todo hacia arriba…), hasta Campo del Agua, una aldea bien pallozada (disculpe el corrector…) en la que degustaríamos el sabroso bocata de embutidos-sorpresa preparado en el hotel.
A partir de ahí se enlazaba una deliciosa bajada desde Porcarizas hasta Villar de Acero, en la que perderíamos todo el metraje que tanto sudor nos había costado…de 1300 a 700, esto me recuerda cuando jugaba a la oca con mi abuela…siempre volvía a la casilla de salida…y ganaba ella, claro.
Como era de esperar, el dispuesto caporal nos reservaba una buena sorpresa: nada más arrancar de Villar,
el terreno se volvía utópico, irrealizable...quimérico: 3 kilómetros de ascenso imposible hacia las alturas. Hasta el indeseable electrificado tuvo que echar pie a tierra en más de una ocasión, so pena de quemar el maligno artilugio; solo el impresionante Fran logró doblegar la odiada rampa.
Una vez alcanzado aquel Everest, Chao Cimero decía el mapa, ya solo restaba dejarse caer mansamente por caminos y trialeras hasta Cantejeira de nuevo, tras casi ocho horas de ruta que marcaban los aparatos.
Algunos alargaron un poco mas la ruta hasta una Palloza-bar del pueblo, donde enjugar las penas sufridas con unas buenas cervezas.
Reunidos todos de nuevo, dimos en degustar una opípara cena seguida de una sobremesa, corta esta vez, pocas fuerzas quedaban ya, y al día siguiente tocaba ruta de nuevo.
El domingo, día de guardar reposo (sobre todo para aquel que bajo las escaleras sin utilizar los pies...) el mayoral de las fuerzas (el mismo...) había pergeñado varios tormentos, pero ante la mirada suplicante de estos sus súbditos, consintió en reducir la carga de dureza de las rutas. Así, mientras los montañosos acometían otros 50 kilómetros con varias escapatorias, el grupo de asfalto subiría hacia el puerto de Los Ancares y allí decidiría: hora estimada de llegada para todos los grupos…las catorce horas, a fin de comer a una hora prudencial, respetando tiempos y familias.
Pero el hombre propone y la ruta dispone: solo uno de los grupos, el de los carreteros light, cumpliría lo estimado: después de despedirse de sus compañeros en el Alto de Portelo, y tras visitar el santuario de O`Cebreiro, retornarían a Ambasmestas a una velocidad considerable (La otra escisión seguía camino de Cacabelos, felices como perdices, sin saber la escabechina que les aguardaba))
Forman el rápido equipo amateur el docto Marín, que estaba citado a una degustación vinícola en bodega cercana, Alfonso, Rubén Patricio, incorporado la tarde del sábado, Javier Guardado y su versátil bicicleta y el que escribe; a las 13 horas en la terraza del hotel, como señores. 
Una hora después llegaban las fuerzas montunas, también en dos grupos, uno que turisteaba por Villafranca y otro sufridor en la alturas de la zona. 
Y a las 15:30 horas, mientras degustábamos un fastuoso menú de entrecots y solomillos variados, llegaba la
avanzada profesional: Morís y Alfredo, escapados de sus compañeros de rueda lisa, narraban una encerrona considerable: 130 kilómetros de valles, y sierras, de barrancos y crestas
Casi media hora más tarde puntuaban en meta Ramon, Calo y un descolorido Blas, que casi no atinaba a comer el postre, dado su agotamiento,  que acabaron con las sobras del festín de sus colegas.

Y ya era hora de recogerse en los vehículos y volver a los hogares abandonados dos días atrás.
Despedidas rápidas, sálvese quien pueda y desbandada generalizada fue la tónica en aquellos momentos, exceptuando a don Patricio y señora, que harían algo de turismo por la zona y a los pirenáicos Lidia y Miguel, que tomarían el camino de Santiago a ganarse la Compostelana, cosa que lograron unos días después.

Sin mas que narrar o contar que se acuerde este escriba, dimos por finalizado un fin de semana excelso, que dirían los críticos de cine. 
Es de justicia afirmar que Marín ha cumplido con creces las expectativas que le rodeaban…hemos sufrido…bastante, hemos disfrutado…mucho más y lo hemos pasado fenomenal.
Pepe, no nos cansaremos de darte las gracias por hacernos partícipes de estos momentos, 
!!muchas gracias¡¡

Eso sí, a poder ser, la próxima ruta…más larga, con más agua y sin descensos…a ver si somos capaces de agotarle la bateria a Echevarría!!!...Cago`n too…


NOTA: hay un par de videos que dan fe de la ruta y sus sucesos, uno a cargo de Arguelles, serio y profesional, y otro a cargo del que escribe, mas sencillo y distendido; ahí van los enlaces:

http://mpora.com/videos/AAe3fi4158nb#Ku1lLkOcqEOcX4lZ.97


https://www.dropbox.com/s/3wb66ueur71ha18/Por%20los%20Ancares.WMV?dl=0