Corría el año 1970 o 71, que más da, y tenía yo un profesor
de primaria, en aquellos tiempos gloriosos de la EGB, serio y riguroso como
correspondía a la época, de nombre don Felipe, y cuyos nudillos de acero
atemorizaban al más bragado de los alumnos.
Poseía este hombre (aparte de una
muñeca rápida y certera, caramba!) una afinidad tal por los “roscos” que rayaba
en la obsesión: daba igual que te esforzaras, que llegaras temprano, que le
dejaras los deberes pulcros y ordenados encima de su mesa…, al final mochileabas
para casa dos o tres ceros…por no hacer el rabito a las letras, por no formar
en fila recta, por reírte del vecino…etc, etc.
Claro está, que además del redondo
guarismo, también te llevabas un par de buenos coscorrones nudillares en la cabeza…creo que todavía me duelen.
El caso
es que el hombre pasó a mejor vida hace ya unos cuantos años y andará, a sus
anchas, repartiendo collejas por esos mundos espirituales.
Y cuento todo esto,
porque estoy seguro de que su espíritu se ha reencarnado…si es que no tengo
ninguna duda…sigue castigándome con sus “roscos” cuarenta años después….está
aquí, ¿no lo veis?...si, si, es el cuentakilómetros, creerme, da igual que me
esfuerce, que cambie de trazada, que me tome un gel, que mendigue agua por el
camino…los ceros me acompañan toda la subida de Orellan…si hasta puedo oír su
fuerte voz dictándome las reglas…¡Ay!, ¡Uy!..
Una hora llevo aguantando este suplicio en soledad, sin
nadie con quien compartir mi angustia. Ya hace tiempo que los aventajados
Antonio, Fabián…¡¡Fabiaannn!!, Saúl y Adrián han coronado la cima, ya rematada hace un rato por René y Roberto, a pesar de la cadena de chicle de este último.
En medio
de estos dos grupos caracolea el nervioso Lalo, novato en estas lides y por
detrás sufren
también lo suyo Nando, Garrido y el bronquiolítico Zárate,
cuyas toses espantan a los pájaros de la zona.
Es este ascenso largo, muy
largo, ríete tú de los otros…casi 16 kilómetros de rampa soleada y pedregosa
exceptuando un pequeño descanso en el pueblo de Yeres, donde nos vimos por última
vez.
Atrás han quedado el “sencillo” repecho a la cantera de San Pedro de Trones, y su fugaz descenso por una senda rápida y estrecha que saca las sonrisas de las fuerzas pelayas, que ven como se apartan el resto de corredores a su paso. Solo un cortado al final de la trialera, imposible de trazar, obliga a echar el pie a tierra durante diez metros de caída vertical.
Atrás han quedado el “sencillo” repecho a la cantera de San Pedro de Trones, y su fugaz descenso por una senda rápida y estrecha que saca las sonrisas de las fuerzas pelayas, que ven como se apartan el resto de corredores a su paso. Solo un cortado al final de la trialera, imposible de trazar, obliga a echar el pie a tierra durante diez metros de caída vertical.
Hace ya más de seis o siete horas que hemos partido de Ponferrada, en una salida rápida y ligera, en la que el grupo se separó un poco, cada uno buscando coger su ritmo. El más desfavorecido es Ángel, renqueante de pulmón y abrigado como un esquimal, que se queda descolgado, pero el paso de las horas pondrá de manifiesto su pundonor y fortaleza…a cada parada, a cada avituallamiento que hacemos, se encuentra cada vez más cerca…sus jadeos por el walkie así lo confirman.
Abrimos camino los veteranos, seguidos de cerca por Vicente,
cuyo amortiguador ha perdido hasta la poca dignidad que tenía; a su zaga pedalean Saúl y Adrián;
Nando sube y baja como una bola saltarina y Fabian…¡¡FabiaAAnnn!!…¡Ah!…ya llegas,
vale.
Este año hay mayor afluencia de corredores y en las primeras
rampas, la de las viñas y la siguiente, la de la pizarrera, el atasco es
importante…riesgos de salir despreocupado:…en solo 15 kilómetros cargamos con
mas de una hora de retraso respecto a la delantera. Pero las pistas se despejan
y empezamos a adelantar corredores a la vez que nos agrupamos, con la
excepción de Ángel, que sufre sus carraspeos unos kilómetros por atrás.
Vamos lanzados y ágiles y nos saltamos dos o tres avituallamientos; es temprano para hincharse
ya, y eso que están bien surtidos.
Los viñedos dejan paso a terreno claro y en poco nos
presentamos en Santalla, donde se hace el bucle que otros años se sufría al
final del recorrido, un diez para la organización.
Luego un tramo de rodaje llano
y tranquilo, pasando por Borrenes y llegamos hasta el pueblo de Las Médulas,
repleto de turistas, beteteros yyy ¡romanos!!!: los voluntarios toman los
atuendos de aquellos que esquilmaron Las Médulas unos cuantos siglos atrás, a
la vez que te llenan de pastelillos, barritas energéticas y frutas cortadas.
Lo
cierto es que es de admirar el cuidado por el detalle que exhiben los
organizadores, mejorándose año tras año. No sería la última vez que
encontraremos a romanos por el camino.
A continuación la ruta serpentea por una
deliciosa garganta donde hay que tener cuidado de no atropellar a ninguno de
los corredores que ya nos están
adelantando…(parece mentira lo que corren estos tíos), para alcanzar Puente de
Domingo Florez, un punto importante dentro de la ruta, con taller, masajistas,
y un completo avituallamiento, con bocadillos de NOCILLA!!! (otra vez recuerdos
escolares…a ver por donde me cae el guantazo…).
Allí nos reunimos de nuevo con
René y Roberto, que andaban acosando a los mecánicos en busca de solución para
la cadena de este último...Ángel seguía nuestras huellas como media hora por
detrás.
La ruta ascendía ahora sin compasión hasta la cantera de San
Pedro de Trones: es una rampa continua de unos cinco kilómetros, con repechos
bastante duros, que desemboca en la citada cantera.
Cada uno coge su ritmo y en
cabeza ya se ponen los metropolitanos Lalo-Antonio y las juventudes, el resto
o sea Nando, Garrido el blandón y Mancha hacen como que no tienen prisa.
En la cima reagrupamos
todos de nuevo, menos el menudo Lalo, que, curioso e impaciente por probar las
viandas de Santalla, ha fugado hace ya un rato.
Se desciende hasta el pueblo y
de este por un tramo de carretera hasta el inicio de la senda trialera que
conduce hasta Puente de Domingo Florez. La bajada es rápida y veloz, y cuando
llega el momento del desvío, algunos dejan media cubierta en el asfalto, ante
el susto de ciertos pusilánimes deportistas.
La senda no tiene
desperdicio, basta con mirar alguno de los videos que los briosos técnicos Adrián
y Fernando han grabado, y si no los véis, da igual, ya os lo cuento yo:
-"Imaginaros un camino estrecho y rápido, de terreno suave y seco con algunas llambias rugosas, que serpentea a media ladera entre cotollas y roderas, con descensos cortos pero bruscos cada cambio de sentido,; ahora cerrar los ojos y acelerar…mas, ¡más rápido!…¡más!…, sentir las piedras bajo las ruedas, el aire caliente en la cara, el polvo del camino en las piernas, el chillido de los frenos en cada curva, los derrapes en las curvas y la adrenalina corriendo por vuestras venas…ahhhhh…servilleta por favor…."
La experiencia de las huestes Pelayas se nota en cada curva, en cada salto, en cada
…huuuuyyyy, que cerca anduvo este…-"Imaginaros un camino estrecho y rápido, de terreno suave y seco con algunas llambias rugosas, que serpentea a media ladera entre cotollas y roderas, con descensos cortos pero bruscos cada cambio de sentido,; ahora cerrar los ojos y acelerar…mas, ¡más rápido!…¡más!…, sentir las piedras bajo las ruedas, el aire caliente en la cara, el polvo del camino en las piernas, el chillido de los frenos en cada curva, los derrapes en las curvas y la adrenalina corriendo por vuestras venas…ahhhhh…servilleta por favor…."
Un estridente pitido interrumpe mis pensamientos…el
velocímetro poseído me castiga de nuevo con un orondo cero…cómo puede ser?, si
no paro!!…debo sufrir alucinaciones, que este calor intenso hace estragos; por
los laterales del camino se ven infinidad de jinetes compartiendo las escasas
sombras de la subida.
Sabiendo que es necesario, vehículos de asistencia
acarrean botellines de agua arriba y abajo. Mientras que recupero el aliento, oteo
el horizonte; este año el camino sube hasta Las Médulas por un paisaje
impresionante, el bosque bajo se extiende a lo lejos entre lomas y canteras de
pizarra y algunos pueblos lejanos
salpican de gris oscuro el verde de las
laderas, al que se pierda aquí no lo encuentran ni los lobos. Por las ondas
resuena un carraspeo enérgico que taladra mis oídos y los de los que me siguen:
Zarate ya se encuentra en el pueblo de Yeres, a corta distancia de nosotros.
En Las Médulas, entre apuestas romanas y turistas
asombrados, y cobijados bajo un exiguo arbusto, esperan los compañeros de
vanguardia, los que están..., los que no se han ido todavía, vaya…: el recio
Saúl, Antonio, Fabian…Fabi...!!!; este que habla y Nando y Vicente al poco; Adrián, con el cambio colgando de un
tornillo ha decidido tirar, a ver si llega a algún lado.
También andaba por
aquellos lares nuestro Pablerax, con problemas neumáticos en su rueda trasera.
Abrevados y alimentados por las amables romanas, se decide
partir al galope, y que sea lo que Dios quiera. De esta manera, los tres
primeros ponen pronto los pies en polvorosa y desaparecen entre una nube de
tierra y arenilla. El trío restante se toma las cosas con más calma y llega a
Villavieja, donde ya se ha acabado el guisado de jabalí, un rato por detrás de
aquellos.
Los tosidos del resfriado riojano ya se oyen sin necesidad de electrónicos, los sentimos en la nuca.
Un breve alto frente al castillo de Cornatel, para hacer las fotos de rigor,
ante unos más que asombrados turistas, con el sol ya cayendo a su espalda y
rectos y raudos hacia Santalla.
Allí, entre bandejas de chorizo, de huevos cocidos, de tortilla, de potes con caldo, de botas de vino y demás delicatessen nos encontramos a un apesadumbrado Saúl…-"grumñññm…¿que haffes aquim?
Gruñnmñn...", el chorizo pica como un demonio, hay que mojarlo con vino para
apagar los ardores…Dos radios rotos y sin pastillas de freno, responde el
montañés de apodo, que no de origen, que ye de aquí…Garrido, que acostumbrado
al balanceo de su montura, no deja de moverse como marinero en tierra, ingiere
de golpe media bandeja de chorizo ante el espanto de la voluntaria que corre a
rellenar viandas…-"Groumñnm ¿Qué grouñmnum ha grouñmnum roto groumñnm que??. Hace
falta la generosidad de Nando, que es de frugal apetito, para prestar sus
pastillas de repuesto al rapaz, pero este es tozudo de espíritu y tosco de
manos, y se ve incapaz de alojar aquellas en el calibrador, pese a escuchar los
mas variados epítetos de estos compañeros.
Allí, entre bandejas de chorizo, de huevos cocidos, de tortilla, de potes con caldo, de botas de vino y demás delicatessen nos encontramos a un apesadumbrado Saúl…-"grumñññm…¿que haffes aquim?
En estas estamos cuando un
bullicio a nuestra espalda anuncia la llegada del mercader de vino, Zarate, que
recoge muestras de comida por todos los puestos…-"grouñmunñ…y a
este…groumnñum-groumñum…qué le pasa…grouñmnum…" se le entiende mientras cata una gigantesca la bota de vino de cinco litros o mas.
Un rato después de explicarle al recién
llegado la parábola del mecánico, los frenos y sus inmensas ruedas indestructibles,
la compañía decide partir, no al galope, que las tripas están llenas pero si
con cierta elegancia.
A estas
alturas, ya gotean los Pelayos por Ponferrada: Lalo, Adrian, René y compañía y poco más tarde Antonio, que es vencido in extremis y con alevosía
por el jovenzuelo Fabian, que en esta ocasión estaba atento.
La retaguardia, llegaría desperdigada unas horas más tarde, Vicente,
el gallego y el Mancha con las últimas luces del ocaso y Zarate, que
se había detenido a probar el chocolate caliente en el último control, con la
oscuridad ya presa en sus ruedas.
Allí estaba el solícito y amable Adrián, degustando un buen filete de puerco que asaban allí mismo unos solícitos voluntarios, a la vez que inmortalizaba momentos y lavaba las monturas de sus cansados compañeros; cada cosa a su momento, que a todo no daba abasto
Este año, la medalla de finalista era grabada al momento con el nombre y el tiempo de los ciclistas, otro detalle de la organización.
Este año, la medalla de finalista era grabada al momento con el nombre y el tiempo de los ciclistas, otro detalle de la organización.
Reunida la tropa, y tras unos refrescos de rigor,
aprovechamos la buena disposicion del hostelero, que consintió en darnos de
cenar a las 12 de la noche; cosas sencillas, no crean ustedes, tres buenas
tablas de pulpo, dos buenas raciones de callos y otras dos de huevos con
patatas y bacon, todo ello regado con buenos líquidos de la zona.
Después de la opípara cena y para digerir bien las viandas
se decidió tomar algo en la zona vieja de Ponferrada, aprovechando que luego
era todo hacia abajo y así dimos por cerrada la noche y el fin de semana,
porque al día siguiente los veteranos endosaron unos buenos tiempos a los
jovenzuelos, que cuando despertaron se vieron más solos que la una.
Y así transcurrió, más o menos, la peripecia de los Pelayos
en la 101 Peregrinos de 2014.
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