lunes, 23 de diciembre de 2013

Tellego-Escobín: un completo ANALÍS


Dice una renombrada enciclopedia de esta era digital (que no por renombrada y digital debiera ser el recurso ante nuestras inquietudes) que “la estadística es una ciencia formal que estudia la recolección, análisis e interpretación de datos de una muestra representativa, ya sea para ayudar en la toma de decisiones o para explicar condiciones regulares o irregulares de algún fenómeno o estudio aplicado, de ocurrencia en forma  aleatoria o condicional”. Pero no queda ahí la definición, sino que “sin embargo, la estadística es más que eso, es decir, es la herramienta fundamental que permite llevar a cabo el proceso relacionado con la investigación científica”.



Así que, como buen científico que lo soy (eh, eh, que no he dicho “científico bueno”, que es parecido, pero no es lo mismo) me dispongo a investigar esas condiciones regulares o irregulares que en nuestros cuerpos provocaron la quejumbre y fatiga asociadas a la ruta que nos llevó desde el encumbrado pueblecito de Tellego hasta los cordales de la Sierra de Fayéu, donde se emplaza el techo del concejo de Oviedo, de nombres tan variados com Pico Escobín, Pico Nieves o Picajo.

Lo primero que ha de hacerse para abordar esta empresa es descargar los datos del GPS al ordenador. Una vez estén los los datos transferidos, me gusta más la transferencia, que la descarga suena a esfuerzo gordo, deben ser tratados y procesados convenientemente mediante el uso de alguno de los muchos instrumentos que los desarrolladores de software y las altas tecnologías on-line ponen a nuestro alcance (o de nuestros bolsillos o de nuestros conocimientos sobre piratería). Bieeen!!, este análisis comienza con buen pie y rigor científico, haciendo uso de muchos términos anglófonos. Imaginaos qué poco sesudo si dijera “Sistema de Posición Global” o “aplicación informática” o “en línea”, o más bien “en conexión directa”, se supone que la conexión es a través de internet, ¡mierda!, otro palabro anglosajón, o sea “dentro de la red”, … bueno … olvidémoslo.




Lo dicho, que transfiero los datos y obtengo un fichero, documento o archivo que abro en primer lugar con la aplicación “Google Earth”. Confieso que aquí puede mi parte irracional sobre el rigor científico, prevaleciendo lo estético de la presentación: ¡¡vaya superchuli cuando se abre el programa y empieza a dibujarse la ruta, y según aumenta el zoom se ven las montañinas en relieve, y los valles allí abajo, y el Escobín leeeeejos y muyyyyy arriba!! Le ordeno al ordenador ¿¿?? que me muestre el perfil de elevación y … (bien, alguien que me obedece en casa) … voilà … ¡¡¡hostia!!! Algo falla en la ejecución del archivo, porque si los datos que observo fueran ciertos el ejecutado hubiera sido yo, por mis compañeros de ruta. Me dice Mr. Google que hicimos 38 kilómetros con un ascenso acumulado de 2045 metros. Vale, reconozco que el primer valor no es error ni estadística, es cierto, os mentí cual bellaco rastrero, pero si en vez de los 32 kilómetros que os prometí os digo de inicio que son los casi 39 que salieron, a buen seguro que alguno os rajáis o a lo menos hubiera tenido que variar la ruta porque “no me jodas”, “tas llocu”, “mira que no llegamos a comer”, … Pero lo de 2045 es más falso que un abrazo de la Aguirre al Gallardón. Ni mi tía-abuela, que la pobrecilla sufría un parkinson galopante, hubiera dibujado peor el perfil de alturas: hasta en los tramos llanos parece que no hicimos otra cosa que subir y bajar, y volver a subir y otra vez bajar. Hombreeeee, uno puede ser cabroncete, pero no un cabronazo. Así que, aunque Google Earth me permite calcular pendientes, analizar tramos y hasta reproducir el recorrido cual si de nuevo estuviera pedaleándolo, decido que no es una herramienta que merezca mi confianza, MENTIROSÓN!!
Ahora abro el archivo con el “Perfils” que, como se puede intuir, representa el perfil de alturas del recorrido. La presentación gráfica es más fea que pegar a un padre, pero el programa sorprende por las pijadillas que puedes hacer, a saber: añadir texto, insertar waypoints, situar las fotos de la ruta sobre el perfil, editar el recorrido (uy!, perdón, que queda más cienzoso decir track). Mola la representación tridimensional del track, que tú mismo puedes ir girando hasta conseguir una vista propicia para exclamar “¡coj…es!, pues sí que subimos”. Pero a lo que vamos, que se trata de hacer el análisis concienzudo del fenómeno; el Perfils dice que el ascenso acumulado fue de 1220,37 metros, ni uno más ni uno menos.



A eso se le denomina precisión centimétrica, por aquello de los dos decimales. Lo siento Juanjo, a toro pasado es más guay decir que subiste 2000 m, y que por eso están bien justificados los dos platos de fabada, déjame probar el pote, no está mal el cabritu pero me ha gustado más pitu caleya, vamos a catar este arroz con leche que tanta fama le ha dado a la casa, aunque el flan no se queda atrás y no le voy a hacer un feo a Cristina rechazando estas casadielles que con tanto cariño nos ofrece. No ahondo en lo que fue el comercio y el bebercio porque quien más, quien menos, todos cometimos el mismo pecado.

Pero si alguna herramienta es capaz de analizar todos los datos recogidos por el GPS y hacer medias, medianas, desviaciones, varianzas y covarianzas, porcentajes, histogramas y demás zarandajas estadísticas, esa es el "IBP índex". Se trata de conectar con la página web del programa y allí mismo se solicita que elijas el recorrido que quieres destripar. Una vez hecho ello, el ordenador torna a un estado de aparente letargo mientras los datos viajan a no sé dónde, y un montón de sabios y de doctores en matemáticas se ponen a trabajar sobre ellos para dar en pocos segundos ¡qué fieras!, el minucioso resultado que a continuación os muestro, queridos sufridores de ruta:




Vayamos pues a las interpretaciones y conclusiones extraídas. Os juro por lo más sagrado que aunque al parecer se registraron 196 puntos aberrantes, ninguno de los degenerados que componían el grupo hizo guarrería alguna. Y en todo caso preguntad a los que se despistaron en mitad del bosque. Lo de los 11 cambios de pendiente penalizables tampoco lo entiendo, a no ser que se refiera a la mucha pena que nos daba cuando teníamos que subir lo que previamente habíamos bajado. La distancia, 38 kilómetros y ¡¡¡666 metros!!!  (debieron ser los de la diabólica rampa final de Vegalencia a Tellego). Y el desnivel acumulado… ni pa ti ni pa mí, que salen 1335,15 m de ascenso. El tiempo total invertido en la ruta fueron 6 horas y 17 minutos (ohú, qué fatiga pisha!!), de los cuales 4 horas 22 minutos fueron de pedaleo y 1 hora 55 minutos de paradas. Pero ojo, que esos datos difieren mucho de un individuo a otro. Así, por ejemplo, se comprobó que Ramón paraba media hora por cada 5 minutos de pedaleo, mientras que Pau, a quien se le aplicaba aquello de “la parada del hideputa”, que consiste en reanudar la marcha según llega el último, o sea él, estuvo todo el tiempo pedaleando, o bueno, dejémoslo en constante movimiento. De lo que se deduce que el dato está íntima y directamente relacionado con la FCM (frecuencia cervecera máxima).
Y en cuanto a la lectura de porcentaje en los desniveles, el quesito de colorines no miente, los mismos kilómetros de subida que de bajada, y los mismos porcentajes de ascenso que de descenso. Useasé, que aparentemente daría igual hacer la ruta en un sentido que en otro. Y ahí es donde la estadística se equivoca, pues todos nosotros sabemos que si cada individuo de la población mundial toca a 1,5 pollos a la semana en su dieta alimentaria, unos comerán 2 pollos mientras que otros se tocarán la po…, vamos que se quedarán con las ganas de catar el pitu caleya, cero pelotero. Quiero decir con ello que los que hicisteis la ruta sabréis que algunas de las bajadas no eran aptas para subir, y tan es así que ciertos margaritos no fueron siquiera capaces de bajarlas.
Y tras esta sarta de pijaes, que no valen absolutamente para nada una vez acabada la ruta y que antes de empezarla sólo son útiles para asustar, vamos a los datos fundamentales, a lo tangible:
1.- El recorrido fue duro de cojones, pero tampoco para desfallecer, que lo peor era saber que teníamos la mesa puesta a las 15:30 h y no llegábamos.
2.- Tomada la población de individuos más quejicas, el grado de ayes, uys, joderes, improperios hacia mi persona y demás lindezas salidas por sus bocas durante la ruta fue directamente proporcional a las alabanzas e interjecciones de placer emitidas durante la pitanza (y algún eructo que otro)
3.- ¡¡¡LALO, DEJA YA DE COMER CASADIELLES!!! 
4.- Finalmente, para quien lea esto y aún así quiera hacer la ruta, aquí va un perfil con la información realmente importante

2 comentarios:

El Correcaminos dijo...

Es totalmente infundada la sospecha de que en el bosque se hubiera o hubiese producido ningún punto aberrante, solamente se produjo un leve intento del grueso del pelotón de agredir con un mazo al voceador que le hundió en la dirección equivocada.

He dicho :P

Fernando dijo...

Genial análisis típico de un doctor en ciencias. Me hubiera gustado mas los 2000 m de desnivel, impresiona mas!!!!