domingo, 15 de julio de 2018

VCG XXV VEINTICINCO AÑOS DANDOLE VUELTAS A LA COSA

Cuando éramos unos  jóvenes  imberbes y alocados, disfrutando de  los últimos años de la adolescencia, solíamos mirar con admiración a aquellos “adultos” de veinticinco años que caminaban por la vida con una seguridad tal que se nos antojaba inverosímil para nuestras tiernas edades juveniles.
Eran personas ya (¡¡paisanos!!!), en todo el ámbito de la palabra, capaces de afrontar cualquier desafío con una valentía y descaro envidiables, como si ello les viniera de serie. Y ansiábamos llegar a esa edad, la de los veinticinco. 
Y llegábamos claro, luego de pasar por pantalones de pata ancha y jerséis de cuello de pico, por castellanos de borlas y pelazos cardados…….era un peaje que hubo que pagar. 
Pero conseguíamos  ser adultos…o eso creíamos nosotros...
Y viene todo esto al caso de que la ha cumplido esa edad es nuestra querida Vuelta al Concejo de Gijón.
Dos décadas y media después de su primera excursión desde El Corte Inglés, se ha hecho adulta…ha alcanzado la edad perfecta, que dicen los entendidos…¡la edad de oro!...(bueno, esto lo dice la MTV).
Ha sido un crecimiento no exento de dificultades, y es que una ciudad grandona como Gijón impone sus propias reglas (además de  las del PDM, pero eso es otra historia), en forma de pérdida masiva de caminos rurales, sustituyendo la tierra pisada por capa asfáltica o de hormigón.
Así, desde las primeras vueltas, con una mayoría aplastante de suelo “vegetal", hemos pasado a tener solo unos pocos metros de sendas, que nos obligan a dar vueltas y vueltas y más vueltas en busca de terrenos sin cubrir por el manto bituminoso .
Y este año…este año… ¡el asunto se nos complicaba!, con una masiva  pérdida de caminos a pocas semanas de la ruta y un sinfín de chaparrones y  aguaceros, que retrasaba las labores de marcaje hasta los últimos días…¡poniéndonos los nervios a flor de piel; tal sería así, que a nuestro geógrafo a tiempo parcial, un hombre de espíritu tranquilo y sosegado, se le han multiplicado las canas!!
Hubo que echar mano de las buenas gentes de esta Casa, que aprovechando los resquicios que dejaban las nubes, salían a marcar en la última semana antes de la convocatoria, eludiendo chaparrones, perros y aldeanos celosos.
¡Y llegaba el gran día!...nublado y con el típico bochorno gijonés.
Como viene siendo habitual, los vehículos de apoyo,  se nutrían de antiguas figuras del ciclismo, echadas a perder, eso si…a los ya habituales Nacho, Patricio y Echevarría, estrenando, estos últimos, sendos vehículos cedidos por Ford, se unían, en diferentes calesas: Barquín, Paulino, Ruben Epic, Willi y Marino, que aducía presunta lesión pernil.
A la cabeza de toda esta sinfonía de carricoches aparejaban Don Fernando Peinador y el ilustre Barcaiztegui (Pepe Marín…), rabiando este por no poder acompañar a las huestes ciclistas a lomos de su jumenta.
¡E daba comezo a rutiña!, que diría un galego. Un poco mas colorida que lo habitual, merced de unos vistosos maillots conmemorativos, y muy bien dirigida en cabeza por los alpinos Fran, Junco y Eugenio, que sacarían los colores y los pulmones a más de uno; Ramón se incorporaría a media mañana, para relevar al trío y mantener la velocidad…(la suya, que el resto iban a media hora).
Como fuerzas mercenarias independientes, mercadeaban por la zona Pablo Gruñon y Hector, fieles a su estilo endurero, y en tramos intermedios vigilaban los incansables Gelu y Jonathan.
El cierre era propiedad del veleidoso grupo de cola, formado por insignes del pedal…Sr. Gordejuela, Sr. Montalvo,  Sr. Guzmán  y Sr. Mancha…el letrado Lledo quiso unirse al principio, pero no paso las pruebas, por lo que continuaría su marcha, y el señor Rafa huiría después de La Llorea en busca de mayores  metas.
Viesques, La Ñora, Deva,  ocasionaban los primeros retrasos, las rampas eran pronunciadas y los caminos estrechos. El pelotón llegaría al reagrupamiento del campo de golf sin mayores problemas. Desde allí, la ruta se endurecía: tras una aproximación por Deva, se ascendía “La Casa de la Radio” para desayunar en el área recreativa bajo el “depósito”.
A partir de aquí y tras un vertiginoso descenso por la cuesta de La Vaca, se entraba en la zona de Quintana, lugar de repechos imposibles.
En aquella zona abandonaba, entre otros, el barbado Guzmán, preso de molestias estomacales (algo dijo de su barriga..).
Pero las rampas eran duras, Gelu apenas daba abasto para empujar fieles y el grupo de cierre encadenaba retiros con averías, solucionadas por ese encanto de mecánica que es Úrsula. 
A las alturas del Picu El Sol, los zagueros recogían a un solitario Acedo, que soltaba sapos y culebras por la boca…tras llevar una hora en el cruce sin que nadie le diera la alternativa…como Antonio es de buen trato y mejores chistes, dimos bien en permitir que se uniera al grupo, en donde también encontraba acomodo Edu.
Jonathan, inmenso, incansable imparable!! y sobre todo, inocente, preguntaba, en aquellos mismos momentos, al Manager General si nos acompañaba o si cogía la ruta larga…a lo que el líder, cómodamente reposado en su Ford Kuga 2.0 TREND SINC2, respondía.: “La larga, por supuesto”…Y no volvimos a ver al pobre Jonathan hasta la llegada…
Los GPS indicaban las 14:30 horas y, mientras las primeras unidades ya reposaban hace un buen rato en Peñaferuz, lugar de almuerzo, el clan Gordejuela descendía por La Madera, lejos…muy lejos del lugar de almuerzo escogido; sin agua, sin víveres y casi sin fuerzas. 
Gracias a que encontraron una buena fonda donde reponer lo perdido...bueno, lo perdido y lo que habrá que perder...¡qué peligro Felix!!!.  
Fonda, por otro lado, ya conocida por la tropas de élite Ford Kuga, a quienes tuvieron que echar de allí bajo amenazas variadas en tono y disposición.
Pocos minutos después, a dos montes y mil rampas de distancia, y una vez cargadas las baterías de las e-bikes, moda esta que prolifera como las plagas bíblicas…el grueso del pelotón iniciaba la marcha, descendiendo la larga y sinuosa cuesta de la Formiga.
Y fue en estos predios donde el noreñense Florín, hombre recio y sólido donde los haya, quiso buscar 
los límites de la adherencia gravillera, saliendo despedido por encima de su montura y aterrizando en el barro como un hombre bala…la cabeza por delante.
Después de unos momentos de incierto desconsuelo (ni hablaba ni gesticulaba, raro en él) al cabo reaccionó y, tras un par de muecas que espantaron a los presentes, dijo que continuaba.
Hicieron falta el médico, la sanitaria, los directores y otros cuantos para convencerlo de lo contrario. –“La T4 tocada y una costilla rota”, decía Floro en las redes unas pocas horas después…las enfermeras decían otras cosas…no reproducibles, claro.
Al cansado pelotón solo le quedaban ya los accesos al Monte Areo, sutilmente evitados por unos cuantos guías espabilados, que disimularon por Monteana, para presentarse en el inicio del recorrido urbano, la Bascula de Veriña, donde nos esperaba la policía municipal para acompañarnos en el paseo por Gijón.
El resto iba a seguir el guión de otros años, llegada a Las Mestas, reunión de los supervivientes con familiares y amigos y entrega de premios y diplomas a los homenajeados.

Y hasta aquí la XXV VCG

Como siempre, pero este año más si cabe, hay que agradecer el trabajo de todos los guías y voluntarios que se esforzaron en marcar rutas, proteger cruces, dar relevos a sus compañeros y ayudar a todos los participantes, de una forma u otra.
Quiero recordar y recalcar aquí, que sin la colaboración de todos ellos, de todos vosotros, la Vuelta al Concejo no hubiera llegado a cumplir estos renombrados y adultos veinte y cinco años.
 Y es justo reconocer, en estas mismas páginas, la labor realizada por los integrantes de esta Peña, veteranos y noveles, en la consecución de este objetivo, que no es otro que el de rodar por los caminos de Gijón en compañía de amigos, a lomos de nuestras bicicletas.
Y, por supuesto, gracias a todos los participantes por confiar en nosotros año tras año.
Gracias a todos vosotros.


Pd. La XXV VCG finalizaría en las Mestas, pero la fiesta nocturna de algunos no se sabe donde acabó…

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