s rica en términos, que, aún no exentos de lirismo, sitúan al espectador lego en una ambiente de oscuridad y peligro, de humedad y sufrimiento, siempre con la sombra del grisú a las espaldas, y con el polvo de carbón royendo los pulmones. Son palabras que nos retraen a un pasado de hombres recios y determinados, de los que no se arredraban ante las adversidades del destino, ante las inclemencias del tiempo, ante las inclinaciones de las rampas...NO, eso no eran hombres...eran PAISANOS...!!!...>>>Cota + 650, en una de las trincheras de Mina La Esperanza, frente a un conglomerado de cantos redondeados, el exiguo grupo de 8 componentes escucha embobado y cejijunto la disertación del facultativo Barcaiztegui...-“...estamos, pues, ante un tipo de aglomeración de materiales, comúnmente conocido en la zona co
A poco que uno se deje seducir por el entorno, escucha el silbido de las locomotoras de vapor chirriando con dificultad en las estrechas curvas, y vagoneros ayudando con barras a que las pesadas vagonetas no descarrilen, mientras en el interior de los túneles retumba el seco estruendo de la dinamita y el lejano golpeteo de los martillos neumáticos.
Seguimos en silencio, respetando la memoria del la montaña, con la mirada puesta en el frontal Angliru y la Foz de MORCIN, hasta finalizar la trinchera, por debajo de Collado Plano. Es este un lugar de difícil acceso, (su túnel está derrumbado), donde las monturas, aún entrando engañadas, se tornan rebecas y reculan con descaro. Ni uno hubo de los feroces exploradores que consiguiera llegar sano y salvo a la cima; el pinche Guzmán, que lo intentó, con sus huesos en un zarzal dio. Una vez en el Collado Plano, y tras un respetuoso saludo a un compañero caído, desembalose un ligero refrigerio, que sorprendió al iniciado Bermudez, al que hubo que alimentar debidamente. A
e las haya ...(-“...estoo...¿Pablo lleva Walkie???.... -“Por qué?... -“porque lo estoy viendo al otro lado del valle...”...).La justicia de las montañas, siempre equilibrada y digna, consintió que el líder y dos secuaces, se extraviaran en un descenso, teniendo que volver sobre sus pasos para reunirse con el resto del pelotón, cómodamente avisado por un lugareño.
El retorno a los carruajes y las despedidas de los compañeros presos de sus obligaciones dio fin al turno de trabajo, que algunos cerraron en un mesón de la zona, donde cerraron la jornada, con unos más que buenos alimentos y bebercios.
...”Pssstt...pssstt...” ...-“¿Qué?, ¡que nos va a pillar el profe...!” ...-“la cuatro, dime la cuatro, ¿cómo se llamaban los pedrolos esos de ahí arriba? ...-“ espera que la miro........apunta: ¡MANDINGA!...” ...-“ Aaaahhh, como los de África, gracias amigo...”...
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