El sonido de las botas al hundirse en el barro es agónico, es un chapoteo que embota los sentidos, un sufrimiento que nubla el raciocinio; el ascenso se torna estrecho y los ciclistas pasan de uno en uno, portando sus monturas, ora a hombros, ora a rastras...Marín, que a estas horas lleva regado medio Bierzo con sus aguas menores, está que se lo llevan los demonios...-“Que yo vine a pedalear, no a hacer un duatlon!!!...buff!!, que no llego...- exclama mientras deja la bici y corre a un arbusto cercano..., por detrás de él, sufriendo también, llegan los veteranos Blas y Mancha, el primero luce un chafarrinón por su parte delantera, restos de un barrigazo de emergencia, tras ellos pasan los reclutas Josmar y Lavandera, que intenta limpiarse las piernas sin éxito, y, cerrando el grupo los Garrido y Acedo, parapetado este tras los dos hermanos en un vano intento de guarecerse de la llovizna que castiga de nuevo a los jinetes.
8 horas de ruta, 75 kilómetros recorridos, nos quedan, ¡solo!, menos de 30 para llegar a Ponferrada. Estamos en la zona de San Juan, hemos dejado atrás Santalla y nos toca hacer un bucle para volver de nuevo al mismo lugar. Pero esta vuelta se antoja eterna, a pesar de no haber grandes desniveles, el oscuro y pringoso barro hace imposible avanzar montado más de unos pocos metros...unos pocos metros...........
Los comienzos fueron buenos, mañana clara y despejada, temperatura agradable, para ir de corto, y una organización perfecta, dieron la salida a la peregrinación de este año. En los primeros metros no hay alturas respetables, y se rueda bastante rápido, disfrutando de los paisajes y de los olores de aquellas tierras. Salvo un ligero desgaste del cable de Pepe, no hay ningún problema y pasamos por los primeros avituallamientos, muy bien aprovisionados por cierto, casi sin posarnos. Alberto, que se convierte en el adalid de la ruta, en nuestro líder, nos lleva en volandas por la zona, aprovechando que el terreno está seco, que la cena del viernes, en el interior del Polideportivo este año, fue consistente, y que tiene unos cuantos años menos..¡CARAPE!!. En el Km 28, a las 12 de la mañana, de súbito, las nubes, que venían amenazando desde el día de ayer, descargan un aguacero que obliga a calzarse el impermeable, ya no lo quitaríamos en todo el día. Los viñedos dejan paso al bosque de encinas y rodamos por debajo de Las Médulas, atravesando el paso de La Balouta, cañón estrecho y pedregoso, terror de desviadores traseros. Todos así, juntos y bien dispuestos llegaríamos a Puente de Domingo Flórez, importante punto de avitualle y reposo; aunque a estas alturas de la carrera, ya hemos engullido bollos para todo un año, todavía nos zampamos alguno...El agua sigue cayendo sin disimulo, y tras unos momentos de duda...me quito el chubasquero, me lo pongo-me lo quito-me lo pongo...arrancamos hacia la larga subida de Yeres, son 10 Km duros, muuy duros, que calientan los músculos, y cargan las extremidades. Alberto, Pedro y Pepe, cuando no para a desaguar, lideran la cabeza; vigilando la retaguardia acude el resto del pelotón: Josmar que se descuelga, Blas que le acompaña un trecho, Mancha que hace fotos floridas, Antonio que observa el paisaje...Vicente ni habla...lo que sea por descansar…Por un momento, la llovizna hace una tregua y nos permite rodar en seco. Pero al llegar a Yeres, llueve de nuevo, cargamos isotónicos y frutas variadas…bueno y algún tigretón, vale…y afrontamos el ascenso hasta Las Médulas. El terreno está en buen estado, y la llovizna se agradece, pero esta cuesta sí que es dura...dura de...narices!…y de otros pedúnculos...y sin descansos...arriba, arriba, mas arriba, el cuenta clavado en 3,2 Km/h...todos se me quejan…mis riñones, mi espalda, mis brazos, mis...Surgen pequeños problemas por doquier: Toni discute con el plato pequeño, que se intenta fugar; Mancha guerrea con dos piñones rebeldes; -"Marín...¿Pepe?...¿donde está Pepe?...-“De ahí sale, se le va a secar...”, atrona Blas, señalando una jara húmeda, mientras echa refrigerante a la pierna de Acedo...el resto ni hablan...Al fin, después de trepar 450 m, llegamos al mirador de Orellán; hay, como no, avituallamiento surtido; un trago y media manzana, la foto de rigor, unos estiramientos a cargo de Pedro, que lleva todo el día muy tenso, no hay moza que lo aguante, y para abajo que se enfría Juan. El descenso, por carretera primero y pista luego, acaba en un barrizal-trampa, las ruedas pierden los tacos, nosotros el equilibrio, Toni y Alberto atacan las cunetas, Blas, que hizo algo de patinaje, aguanta un poco hasta que se olvida la bici detrás, y Pedro, tan elegante él, va de puntillas por las orillas. Los demás resbalan como pueden, el lodo salpica por doquier, Vicente, quita un par de puñados de la horquilla y luego de la mano. El tramo se abre un poco y se puede pedalear hasta el siguiente pueblo, La Chana, donde las mangueras descubren el color de la yeguada. Pero “la dicha dura poco en casa del probe, hijo”, que me decía mi tía, y unos metros a continuación, nos vemos rodeados de nuevo por el cieno, primero en una senda y luego por un prado inclinado, donde el pedalear es una quimera, Empujando y tirando coronamos la pista de Ski para descolgarnos a media ladera por el Castillo de Cornatel. Raudos y veloces, cuesta abajo, llegamos a Villavieja para disfrutar de una degustación de productos autóctonos: chorizo, salchichón, queso, tintorro, alivian nuestras penas a la par que un amable vecino pone en condiciones a nuestras queridas monturas. El trazado sigue dirección Norte y allá que nos dirigimos, atravesando zonas de pasto y alameda. Tras ascender una corta cima, la pista se ensancha y desciende hasta el valle de forma vertiginosa, soltamos frenos, algunas piedras de las ruedas y apretamos los dientes…la bajada es endiabladamente rápida…pero que muuy ráaapida. La aceitunada jaca de Alberto lidera el descenso sin dudar en las primeras curvas, pero, repentinamente, una lozana y altiva yegua blanca lo supera sin compasión, en una maniobra harto arriesgada…todavía resuenan en el valle los gemidos y sollozos del Garrido, al ser adelantado por tan hábil veterano…y al abordar al valle…BARRO...¿Por qué me sorprende?
Santalla del Bierzo, Km 73;
Hemos llegado hace poco, después de unas cuantas curvas con grijo que despejaron el viscoso de las ruedas; algunos enjuagan las potras, otros aprovisionan la panza…De repente, suena el móvil, después de varios gruñidos y giros inesperados, consigo extraer de la mochila al condenado, el número es desconocido...¿Quién demonios me llamará hoy...?...-“¿SIIII?”... -“¿DONDE ESTÁIS?”... (y a este que le importa...)...-“¿QUIÉN ERES?”… -“ SOY VICENTE!!!”... -“Pero si Vicente está aquí con noso.....¡ANDA! pues no…, ¿donde estás tu?” …-“EN PRIARANZA!!!”, me giro e interrogo al vigilante de los bocadillos, que, cuchillo en mano, no le quita el ojo a Josmar... -“¿Priaranza?...está a un kilómetro hacia abajo...pasáis por allí, que os espere hombre”...responde el navajero... -“esto…¡Vicente!, que tienes que subir!!!... (me niego a reproducir los epítetos consiguientes)...3 cuartos de hora, varios bocadillos y algunas pintas de vino después apareció el aventurero, extraviado en medio del monte al no tomar una curva medio indicada.
Desde Santalla, la organización había trazado un bucle, que parecía bastante corto...
-"JA!!...¡¡¡10 kilómetros!!! 10 kilómetros de barro!!, ¿quién dijo corto?? Pepe...PEPE!!…¿donde estás???,. sal de detrás de la cotolla, que te vas a deshidratar!!... Aparecemos en Santalla, de nuevo, pero 1 hora más tarde y con 3 kilos de barro encima; No paramos, bajamos hasta Priaranza...aquí han montado un restaurante!!!...pollo, tortilla, caldo de pita, empanada, tintorro, pastelillos, isotónicas (burppp...pasa el vino Toni...), aquello parece una fiesta, confraternizamos con los vecinos, cantamos el himno del pueblo y hasta aplaudimos, mientras se controla al joven Lavandera, que ronda a la doncella del bici-lavado hasta que esta le enfría los bajos a manguerazos.
Solo nos restan 16 Km, pero acecha la terrorífica cuesta del año pasado, nos despedimos de las alegres cocineras y emprendemos el camino. Algo de lodo nos acompaña por el tramo, pero no demasiado, y, en el colmo de la dicha, descubrimos que la famosa rampa está seca como un ajo zamorano, aún así, se resiste la maldita...hay quien la sube de rodillas. A partir de ahí, el terreno se gana con facilidad…Toral, laderas del Pajariel, fabrica de jamones, ríos-caleya, Puente Boeza, senda fluvial del Sil y llegada a Meta, no sin antes acicalarse un poco y lucir uniformes. La entrada en Meta, de poner los pelos como escarpias, todos juntos, Azul Pelayo en pleno, la gente se aparta y nos hacen fotos de frente y de costado. Han sido 10:55 horas como consta en el ticket, dos horas menos que el año pasado, llegando de día, y con la alegría pintada en las caras, Exultantes que estamos.. Lavamos las bicicletas, y nos acercamos a recoger los regalos como finalistas: camiseta manga larga, diploma y MEDALLA!!!, este año han tirado la casa por la ventana!!!. A partir de aquí, llegada al hostal, ducha y engalane y cena en un restaurante de postín, cercano al hostal. Más tarde, hubo unos brindis por la finalización de la ruta y los que tenían energías todavía, estiraron un poco mas la noche, pero eso es otra historia…
Y no quiero terminar esta crónica sin que consten unas palabras de felicitación a los organizadores de la marcha, que habiendo corregido los defectos de la primera edición, tan buen sabor de boca nos han dejado este año. FELICIDADES!!
Pd. Y el año que viene..¿repetiremos?...si...mas... por cierto...el año pasado...¿no había barro???...
4 comentarios:
Tal como lo cuentas, parece que fuera divertido ;-)
Lo fue, lo fue, yo lo pasé "pipa", y si no, pregunta a los demás...:-)
Enhorabuena a todos, ya sabeis que el barro rejuvenece.
Como bien dice Fermin, por un tratamiento rejuvenecedor de esos, hay quien paga mucho dinero......
y por cierto no creo que se el unico que tengais este año......
que esta hay el soplao..........
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