El grupeto trasero aprovecha el tieeeeempo de que dispooooone para recoger las cintas de marcaje entre pinchazos y mas cadenas rotas. Al poco, ya llegamos a la desierta Collada, allí nos esperan los Rebollines con un exquisito ágape: chocolatinas Nestlé, Crunchs, frutos secos, agua, isotónicos...estos mozos saben atender al personal...-"gracias…mmm...muy rico…¡Javier, no lleves para casa…!". Nos quitamos las bandas señalizadoras de la cintura, que parecemos bailarinas hawaianas, y con un ligero atisbo de sol, seguimos la ruta. Al mismo tiempo, las unidades de cabeza atacaban ya Muñó, tras pasar el cruce Margarito. Siguiendo su estela y rodadas, en poco nos presentamos en el mismo lugar. Para cerrar la ruta roja se
decidió enviar por allí un par de unidades; elegidas democráticamente por el director de sorteos, los afortunados fueron Javier y Santi, que no se fiaba de la rifa y pedía su repetición. El resto de integrantes cerraría la ruta verde, y quitaría las pocas señales que resistían. En las alturas de Muño, mientras tanto, después de una subida infernal que dejaba sin aliento a Ángel Victor, y a Toni al borde de un ataque de nervios, se desataba el caos; los de cabeza hacían un bucle y se cruzaban con los que subían, los de en medio debatían que camino escoger, y los de la zaga miraban las huellas de todos y decidían tirar para abajo...
Al otro lado de la carretera, las fuerzas de retaguardia velaban un sini
estro cruce, a la vera de un coche asilvestrado,en donde se juntaban las dos rutas. Por allí iban cayendo los desorientados Pablo Grr, Héctor, Vicente y Blue, amén de otros indocumentados, preguntando quien había retirado las cintas (¿¿...je...??) y, justo cuando pinchaba Juanjo, llegaban los exploradores Javier y Santiago, cierre ya de los rojos. Así, todos juntos y en alegre camaradería mecánica, que las averías continuaban, nos internamos en las veredas de Espiniella para enlazar con el camino de inicio de la ruta. Solo quedaba recorrerlo en sentido contrario para alcanzar la meta, y claro, reparar dos cadenas y otro pinchazo. Una vez en Noreña, cruzamos saludos con el mariscal, de camino a su
morada o escapando de un linchamiento popular, que no estaba claro y pedaleamos para llegar a línea de meta, donde, Rebollinos otra vez por medio, fuimos obsequiados con exfelentisimo (es que se me hace la boca agua...) bollo preñado y tómbola de regalos, en los que algunas muy buenas personas, mejores ciclistas y perfectos amigos fueron muy...muy afortunados...con…¡¡un jamón!!, que no tengo duda compartirán con estos sus fieles admiradores ( del jamón...).
A partir de aquí, el pelotón zaguero apretaba culottes e iniciaba una carrera contra-reloj, para, en el plazo de 15 minutos, lavar la bici y pillar ducha...cosa que cumplieron con creces todos los componentes del equipo, incluso alguno lograba echarse colonia fina antes de que lo expulsaran del polideportivo.
Y como todo buen evento deportivo que se precie, la ruta finalizó con una comida de confraternización Rebollines-Pelayos, en el restaurante de tan buen recuerdo del año pasado, donde entre familia, sidra, fabada, cordero y más sidra, dimos por finalizada l
a jornada.
Pd. Gracias Rebollines y Pachu y resto de organización, una ruta bonita, con la dureza adecuada, acompañada de unos excelentes anfitriones y de una comida entre amigos... ¿qué más se puede pedir?.........¡¡¡EL JAMÓN DE RUBÉN!!!...
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