La joven y lozana posadera entró despavorida en la sala de fogones, donde, entre perolas, guisos, estofados, pucheros y caldos se afanaba una mas que fogueada cocinera: - “¡Se han comido todos los mondongos !!, mi señora...". Dijo la doncella portando una docena larga de escudillas aún calientes, pero mas limpias que la patena del cura de Logrezana. -“No te apures hija, saca las patatas, y el picadillo frito”…poco tardó en volver la morena doncella, con los ojos abiertos de par en par, y otros tantos cuencos desocupados y apurados hasta el barniz…, -“ Bueno, a ver si pueden con estas chuletas de adobo…”… y vaya si pudieron, y con el jabalinesco hígado encebollado, y con los flanes caseros, yogures licuados y arroces lechados y con el tinto matamoros y con los licores, y con las infusiones…nada había que detuviera las ansias de engullir de aquellos viajeros. Solo al final, y tras cerrar decididamente la rubial cocinera sus peroles, diéronse por saciados tal caterva de rufianes, a decir de Barcaiztegui.
Pero,...¿cuál había sido el inicio de aquella febril orgía de viandas y bebercios?,...¿qué había sido el desencadenante de aquella sucesión de licencias y desenfrenos?,... ¿cómo habíamos caído en aquella espiral de gula y voracidad??...¿En que triste estado llegaría Echevarría a casa?...¿Donde estaba Juan Blas?,... estas y otras menudencias menores acechaban a aquellos infantes hasta sumirlos en el desasosiego y la inquietud...-(-"...hummm...pasa las papas Barquín, que el suspense me da hambre…").
viernes, 24 de febrero de 2012
lunes, 6 de febrero de 2012
POR LOS CORDALES DE TURÓN
El nenu fue sietemesino y se gestó en el monte, a la vera de un camino en el alto de San Justo, un día de junio, de solín y buena temperatura que se prestaba a ello. El padre, fogoso y lleno de ímpetu, metía en ganas a la madre, que de todos es sabido en seguida se calienta cuando alguien menta la idea de ponerse en faena, y aún más si conoce el terreno. Como suele ocurrir en el mundo animal, el padre, del que se dice el pecado pero no su título, dejó su impronta y poco más se supo de él. Algún que otro mensaje para informarse de cómo iba la cosa, preguntando si el parto sería rápido para poder llegar a comer al bar, … Ese degenerado ni siquiera se personó en el lugar y hora convenidos para decir “yo soy el padre”. La madre de la criatura, que no fue otro que el firmante de estas líneas, lo preparó todo con diligencia y cariño, como también suele corresponder a las mamás animales. Y es comprensible, porque una madre es la parte tangible de la progenie, mientras que un padre, aunque lo sea mientras no se demuestra lo contrario, en el fondo siempre será “presunto” mientras no se pruebe que lo es.
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