Pasada ya la resaca de las fiestas navideñas, y con las dos neuronas principales trabajando al 100% de su capacidad, me veo sumido en importantes reflexiones sobre la vida y la existencia, que superan la capacidad humana de comprensión racional.
Así que mejor lo dejo y paso a otra cosa.
Me vino a la cabeza ese "juego" tan divertido entre gente que se autoconsidera adulta que es el "amigo invisible", que consiste en asignar a cada uno de los participantes una persona (del mismo grupo) a la que hay que hacerle un regalo, sin que ésta sepa quien será el regalador; por norma general se pone un precio para el regalo, para evitar que la cosa se desmande, tanto por arriba como por abajo. A partir de ahí todo depende del regalador, que deberá acertar con los gustos de la víctima y obsequiarle con algo que verdaderamente aprecie; evidentemente, si no hay buenas relaciones entre ambos, el regalo puede ser lo más desagradable posible (no se si en el momento de dar los regalos se descubre la personalidad del regalador, la grima no me deja llegar al final de la explicación de tamaña diversión).
Y tras esta introducción, paso al tema del que quería hablar: ¡El enemigo invisible!
¿En qué consiste?¿Eh? Pues se meten los nombres de los compañeros de ruta, escritos en unos papelitos plegados, en una pecera de cristal de unos 20cm de radio (el tamaño no importa, es para rellenar texto, que cobro por número de palabras). Cada uno saca un papel, que tendrá el nombre de su víctima potencial, que se guardará en el bolsillo derecho del pantalón. A continuación, en la misma pecera (u otra, si hay presupuesto) se meten tantos papelitos doblados como implicados en el asunto, los cuales estarán en blanco excepto uno, que pondrá algo así como "Tu eres el asesino", que designará al que ejercerá de enemigo invisible. Los demás pueden guardarse el papel para hacer lo que quieran, aunque conviene sacarlo del bolsillo antes de echar los calzones a lavar, porque si no se hace una bola de pasta de papel bastante repugnante.
A partir de entonces, el enemigo invisible tendrá que hacerle la vida imposible a su víctima, según su propia capacidad de inventiva: pincharle las ruedas, aflojarle el tornillo del sillín, ponerle grasa en los discos de freno, aflojar los cierres de las ruedas... La víctima, evidentemente, se dará cuenta en seguida de que es la víctima, pero para parar el suplicio tendrá que averiguar quien es el asesino, momento en el que se acabará el juego.
Premios: Si el enemigo es descubierto antes de un mes, deberá pagar una cena al grupo (con marisco si es en la primera salida). Si no lo descubre antes de dos meses, deberá pagar una cena al grupo. Si lo descubre después del primer mes pero antes del segundo, deberán pagar una cena entre ambos (evidentemente con marisco, ya que tocan a menos cada uno).
Y si has llegado hasta aquí leyendo esta tontería, te recomiendo que leas el siguiente libro: "La Conjura de los Necios", de John Kennedy Toole, para que veas por qué se me ocurren semejantes locuras.